Es de que

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Para el Máster y el Mounstrin

 

Número desconocido. 19 de mayo de 2024

Nicolás, de verdad, híjole, yo esperaría que por decencia contestaras mi llamada. De verdad, me tiene desconcertada la manera en que te estás portando. Tú y yo sabemos que realmente cometiste una infidelidad con mi hija. ¿Vienes ahora corriendo y vienes a pedirle perdón y vienes a pedir que ella te dé una oportunidad? Nicolás, la forma en que estás haciendo las cosas no es la manera, es de hombres saber reconocer y pedir perdón y arrastrarse si de veras quieres a esa mujer. Discúlpame, Nicolás. O sea, no entiendo tu posición ahorita. No entiendo, no entiendo la chingadera que le estás haciendo a mi hija. Y que todavía vengas a Lomas y quieras otra oportunidad… deja tus cosas allá en Brasilia. Deja tu infidelidad allá y regrésate a Puebla y haz las cosas como hombre, y haz las cosas como Dios manda. Yo te dije cuida y protege a mi princesa. Y lo primero que estás haciendo es una chingadera del tamaño del mundo, Nicolás. Sabes perfectamente que sí fuiste infiel. Lo sabes. Reconócelo y pide perdón. Reconoce tu error. Pórtate como hombre, aunque sea ahorita. Ya hiciste tu pendejada. Ya hiciste tu pendejada. No vengas a querer tomarle el pelo a mi hija con que no lo hiciste. Tú y yo sabemos que sí, no te hagas. Reconoce, pide perdón y pórtate como hombre. No sigas portándote como marica. Demuestra quién eres, si de veras lo eres. Pero no sigas queriendo que mi hija sea la que aquí sacrifique todo. No. Al que te tiene que costar es a ti, y creo que no te estás dando cuenta, porque el que cometió la pendejada del tamaño del mundo fuiste tú. Y tú quieres venir, pedirle perdón, que te perdone y que te dé otra oportunidad y que ella sea la que siga sacrificando y que tú sigas allá echando pata, cabrón. Regrésate a Puebla, deja tus cositas allá, deja todos tus pendientitos allá y ven y de veras, si de veras tanto te interesa mi hija, si de veras la quieres tanto, ven y da la cara como Dios manda, Nicolás.

La mamá acaba de mandarme este mensaje, Mounstrin. Más bien, esta nota de voz, mi estimadísimo Mounstrin. Es extraño cómo hablamos hoy, ¿no? Cuando tú y yo íbamos en la primaria, cuando nos conocimos, quiero decir, hablar con alguien era hablar con esa persona físicamente, viéndola a los ojos, o hablar con esa persona por teléfono, escuchando su voz. En ambos casos había una respuesta inmediata, cierta posibilidad de captar la actitud de la otra persona en las sutilezas de sus reacciones: en el movimiento de los ojos, en la posición de las manos, en la contorsión de los labios, en la modulación de la voz, en la duda antes de formular la siguiente oración. Hoy decimos hablar y podemos estarnos refiriendo a un intercambio de dos mensajes de texto a lo largo de setenta y dos horas. Y un mensaje puede ser un mensaje de voz. Bueno, estoy divagando, estoy nervioso, como podrás notarlo, después de tantos años de amistad (nos conocimos en tercero de primaria, ¿no?, justo antes de tus primeros ataques de migraña), por la forma en que escribo. Por supuesto no sé qué hacer. A ver qué piensas.

 

Aquí te va la primera plana de hoy, Mounstrin:

 

Número desconocido. 20 de mayo de 2024

Bueno, Nicolás, pues definitivamente te seguiré insistiendo en las llamadas. No creas que porque esté yo encantada de saludarte y por eso quiero hablar contigo, quería poner las cosas claras, pero bueno, definitivamente estás mostrando que no tienes pantalones, ni siquiera para contestar una llamada. Y sabes lo importante que es esta llamada. Sé perfectamente que son adultos y que ustedes arreglan sus cosas. Lo único que quiero que sí tengas muy claro es que aquí estoy para proteger a mi hija. No estoy dispuesta a que tú le quieras seguir viendo la cara, porque eso es lo que estás haciendo, viéndole la cara a mi hija. Y el no contestar llamadas, híjole, de verdad, de verdad, que no haces otra cosa más que demostrar que realmente tienes cola que te pisen, porque el que no la tiene mira a todo mundo de frente y se presenta como hombrecito a arreglar las cosas. Pero tú, al no recibir mi llamada, al no contestarme, te estás escondiendo. Pero eso sí, tienes carita para quererle ver la cara de estúpida a mi hija al pedirle otra oportunidad. Pero no te preocupes, Nicolás, de verdad, cada quien tiene su juego y estrategia. Y mi estrategia aquí es toda la vida voy a cuidar a mi hija y a protegerla, de ti y de quien sea. Y más si te estás portando como un cabrón bien falso, porque eso eres. Eso eres, Nicolás. Es lo único que estás demostrando ser. Pero no te preocupes. No te preocupes. Tan amigos como siempre, no hay ningún problema. Pero no esperes que yo un solo día de mi vida me separe de mi hija para cuidarla y protegerla de ti y de quien sea.

 

Seguí tu consejo, mi estimado Mounstrin. No contesté. Volvió a llamar muchas veces. La verdad estuve tentado. Mezcla de miedo y de ansiedad, de nerviosismo. Pero volvió a mandarme mensaje de voz. Te lo reenvío también para que tú tengas las pruebas, por cualquier cosa. Desde luego no voy a decirle a mis señores padres. Me cagarían y pensarían en tomar cartas en el asunto. Ni en mis sueños más locos la mamá de mi novia iba a estar amenazándome por guats. No puedo creerlo. Jamás creí que estaría en una situación así. Como dice el dicho cliché del que hemos hablado tantas veces tú y yo: todos creemos que no va a pasarnos, hasta que ya estamos ahí. Por un lado, ¿quién chingados se cree esta vieja para hablarme así? ¿Por qué le dio mi celular a su mamá? Vaya inmadurez insospechada. Y recuerda que en el primer audio que te envíe también me dice “discúlpame, Nicolás”. Entonces, ¿está amenazándome o quiere disculparse conmigo? Me no comprender. Ya, ya, estoy payaseando. Quería decirle, ‘mira, hasta algo de poético tiene lo que dices, pero hay que afinarlo, juego y estrategia no suena tan bien, sería mejor táctica y estrategia, te recomiendo que leas más detenidamente a Benedetti, estoy seguro de que ayudará en tus primeros pasos en la literatura, aunque te advierto desde ya: no te quedes ahí, porque entonces no llegarás lejos. Después, si gustas, te reenvío el correo de despedida que le mandé a Ro, para que te inspires en algunas de las reflexiones que hago sobre la mentira y superes el tristísimo “cabrón falso”. Yo sé que es difícil adjetivar, pero te prometo que sí se puede, nomás hay que echarle tantitas ganas, mi reina’.

Pero por otro, el miedo, ¿y si quieren hacerme algo? Todos ahí son unos filisteos, lo sabía de sobra, te lo dije, pero aquí ya hay rasgos de una mentalidad medieval. ¿“Arrastrarse”? ¿“Marica”? ¿“Pórtate como hombre”, “como hombrecito”? ¿En qué siglo vive? Tengo ganas de decirle ‘sí, soy puto, la verga gorda, larga y venosa me mama, ¿algún pedo?’. Y luego la joya de “cuida y protege a mi princesa” y “como Dios manda”. ¿Se habrá enterado de que estamos en el siglo veintiuno? Hasta persignados me salieron. Pero nada de qué sorprenderse: entre más mochos más pendejos. Pensé que escuchar a la hermana de alguien mentándotela por teléfono en el sur del hemisferio sería lo más a lo que podía llegar un corazón partido. Esto, por increíble que parezca, suena a un Rosario recargado, y yo que creía que eso era cosa del pasado. Claro que ahora ni tiempo ni ganas de escribir, ya no digamos un correo recontándolo todo, sino un mensaje nimio. Márcame en cuanto puedas, por favor, mi estimado, ando nervioso.

Esto, quiero decir lo que vas a escuchar a continuación, ya rebasó toda línea. Penduleo entre el miedo y el enojo. En resumen: la burla. Dice “es de que”. ¡“Es de que”! Por supuesto que tengo miedo. Cualquier persona de las que lincha en los pueblos de este estado saca el machete al ritmo del “es de que”. Y él no lo usa una, ni dos, ni tres, sino cuatro veces. Si se enteran mis señores padres en una hora hay una denuncia en su contra y quién sabe cuánta cosa más. Mejor no decirles. Al menos no hasta que todo haya terminado (o hasta que lo haya escrito). Pero, vamos, algo tienes que aceptar conmigo, Mounstrin, y es que este personajazo es doblemente imbécil: primero, porque me manda la amenaza con su voz, luego porque la manda desde la cuenta oficial de su negocio. Se pone en bandeja de plata para que se lo chinguen. Una demanda y una quemada a su negocio en redes sociales, es lo menos que se merece, ¿no? Sé dónde vive, dónde trabaja, dónde vive su familia, y ¿acaso no piensa en su hija? ¿No piensa dos minutos en cómo esto puede afectarle a ella si yo de veras quisiera chingar? Ahora entiendo porque su princesita iniciaba todo comentario con un “como esta parte de”, una versión modernizada del ‘es de que’, del que nunca pudo pasar a decir algo medianamente coherente sobre ningún tema. Además, el tipo fue profesor mío de la prepa, ¡profesor! Con tres gramos de cerebro, y dándoselas de Don Madurez y Don Huevos Parados, adoptaría la posición del que no va a ponerse al nivel de un chamaco pendejo de veinte años. Don Huevos, en cambio, muestra que mentalmente no superó la adolescencia.

 

Imprenta La esquina de Upaep. 25 de mayo de 2024

Hola, Nicolás. Buenas noches. ¿Sabes quién habla, verdad? Por eso no contestaste, cabrón. Bueno, yo lo único que te digo, si tienes los pocos huevos de no contestarme y de hacerle lo que le hiciste a mi hija, créeme que yo tengo más huevos que tú hijo de tu puta madre. Así es de que te le acercas un centímetro a mi hija o le vuelves a escribir un puto mensaje y no te la vas a acabar, hijo de tu puta madre. ¿Estamos? Así es de que ándate con cuidado, hijo de la chingada, porque te voy a estar buscando y te voy a buscar aquí, aprovechando que vienes de pocos huevos, porque no tienes huevos. Lo que hiciste no es de hombres, hijo de la chingada, y lo sabes. Así es de que te vas y chingas a tu puta madre y te me vas derechito a la chingada. ¿De acuerdo? Ni se te ocurra acercarte a mi hija, porque te vas a encontrar conmigo. Así es de que tú sabes.

Eso sí, un imbécil educado: primero da las buenas noches, ya después se descose. Avísame a qué hora podemos hablar, Mounstrin. Por cierto: olvida aquello de mis pocas ganas de escribir un correo, se me hace que la segunda parte de Rosario viene en camino.