Ingrid Suckaer: un acto arbitrario de poder, prepotencia e ignorancia

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Fotografía de Marcute Velasco

Usted estaba al frente de Artes visuales en el Festival Internacional Cervantino (FIC). Mariana Aymerich, directora del Festival Internacional Cervantino (FIC), consideró que: tras una evaluación sobre las artes visuales del FIC, el resultado fue que no han aportado nada, por lo cual desaparecerán. ¿Esta medida se mantiene? ¿Por qué cree que se decidió de esa manera, en un momento en que las Artes visuales son centro en el mundo de la cultura?

No estuve al frente de la subdirección de Artes visuales. Quien sí lo estuvo y por 18 años fue Gloria Maldonado Ansó, curadora de arte, socióloga y especialista en rescate de archivos de artistas. Yo colaboré como curadora en siete ocasiones; entre los proyectos que presenté hay tres sobre arte indígena contemporáneo:

  1. Tlacolulokos: Otear el futuro desde Tlacolula, pintura mural realizada in situ por los artistas Darío Canul y Cosijoesa Cernas quienes conforman el colectivo Tlacolulokos. Sala Romualdo García, Museo Regional de Guanajuato Alhóndiga de Granaditas, 46 Festival Internacional Cervantino, del 11 de octubre de 2018 al 15 de enero de 2019.
  2. Exposición fotográfica Baldomero Robles.Loölitzbeë (La casa del viento), Sala Hermenegildo Bustos, Universidad de Guanajuato. 45 Festival Internacional Cervantino, del 12 al 29 de octubre de 2017.
  3. Exposición fotográfica Maruch Santiz. El arte de la medicina ancestral, Universidad de Guanajuato. 43 Festival Internacional Cervantino, del 7 al 25 de octubre de 2015.

A partir de la muestra de Maruch Santiz, Gloria Maldonado Ansó sugirió que los proyectos de arte indígena contemporáneo debían considerarse “un plus del programa de artes visuales del FIC” y con ahínco hizo todo lo que estuvo a su alcance para incluir cada año una muestra de este tipo.

La medida se mantiene y Mariana Aymerich, lejos de responder con la verdad, se ha enfrascado en repetir que sí habrá artes visuales en el FIC, pero no aclara que las exposiciones no tendrán curadurías específicas. Lo que conserva es la articulación de la programación de Guanajuato, FEMSA y los invitados de honor, dejando fuera las propuestas curatoriales propias, diseñadas desde el propio FIC, como se hacía ya desde hace décadas.

Además de lo dicho por la Sra. Mariana Aymerich en la breve entrevista que sostuvimos, conozco de cerca la Subdirección de Artes visuales del Festival Internacional Cervantino —esto en mi calidad de curadora invitada desde 2013, investigadora y crítica especializada en arte—; tengo evidencia de que el área de artes visuales del FIC se está eliminando como un acto arbitrario de poder, prepotencia e ignorancia, sobre todo, pues se pasa por alto deliberadamente la importancia creciente de las Artes visuales en la cultura. Sin bases ni conocimiento, también se busca denostar el trabajo ahí realizado a lo largo de 18 años tanto por la responsable del área, Gloria Maldonado Ansó (de 2001 a 2018), como por los numerosos artistas, curadores y equipos de trabajo que hemos participado en el FIC.

Al imponer esta decisión sin tomar en cuenta lo expresado por la comunidad cultural se está cancelando un espacio para cientos de artistas visuales en el presente y a futuro. Lo que muestra con ello la actual directora del FIC es su incapacidad para ofrecer una propuesta curatorial propia generada desde el Cervantino, como ha ocurrido a lo largo de décadas.

Dado que el Festival Internacional Cervantino (FIC) tendrá menos presupuesto ¿es posible pensarlo como una iniciativa que excede al propio festival y es una decisión de políticas culturales del actual gobierno de México?

No precisamente, ya que el presupuesto de Artes visuales era más bien bajo. En todo caso, es una decisión de la Secretaría de Cultura federal.

Su proyecto tenía raíz en el arte indígena contemporáneo. ¿Cree que fue un acto de clara discriminación ya que las molestias excedieron el marco estricto del arte, como bien lo manifiesta la carta que firmaron muchos artistas?

Fue y es un acto no sólo de prepotencia y abuso de poder, también lo es de ignorancia y negligencia, ya que Mariana Aymerich ni siquiera se tomó unos minutos para conocer mi propuesta. Barajó con rapidez el libro que puse en sus manos y, al ver el tema, de inmediato respondió que este año habrá arte popular de Guerrero (estado invitado del FIC 2019). Apenas pude aclararle que el proyecto que yo llevaba no era de arte popular, sino de la obra de Guillermina Ortega, una artista visual que trabaja desde los parámetros del arte contemporáneo y cuyo tema de investigación en lo que va del presente siglo es la migración de sus antepasados indígenas y también sobre su propio desplazamiento a la Ciudad de México y Canadá, donde estudió una licenciatura en Artes Visuales y una maestría en Arte, respectivamente. Este año el tema del FIC es la migración y el país invitado es Canadá. Por eso, desde finales de octubre del año pasado invité a Guillermina a presentar una exposición de su trabajo, misma que pensábamos también proponer a alguna sede en Canadá.

¿Por qué cree usted que al arte indígena no se le toma en cuenta, o es poco valorado, a pesar de tener una tradición tan rica?

Por racismo y por el sinfín de prejuicios que de éste se derivan. En México se dice que no existe racismo, pero está presente en el día a día y es un asunto que, si bien se combate de muchas maneras, desde hace siglos ha permeado de tal forma todas las estructuras de la sociedad que dista mucho en desaparecer. Sobre este tema y en relación con los proyectos de arte indígena contemporáneo que se presentaron en el Festival Internacional Cervantino, mencionaré una situación muy desagradable que se dio el año pasado: en medio de una reunión para analizar los proyectos de Artes visuales que albergaría la Universidad de Guanajuato, una alta funcionaria de esa casa de estudios cuestionó por qué “otra vez se tenía que apoyar a los indígenas” y se opuso a recibir la exposición. Cuando me enteré de tal agravio, quise hacer una denuncia pública ya que aquello era abiertamente una expresión racista y una violación a los derechos humanos de los artistas indígenas Darío Canul y Cosijoesa Cernas. Me contuve porque tanto Darío y Cosijoesa, como Gloria Maldonado Ansó, me convencieron que era mejor evadir a ese tipo de personas. Tras sortear muchos contratiempos, gracias a las gestiones de Gloria, el proyecto Tlacolulokos. Otear el futuro desde Tlacolula se presentó en la Galería Romualdo García del Museo Regional de Guanajuato Alhóndiga de Granaditas.

Darío y Cosijoesa integran el colectivo Tlacolulokos y desde su comunidad ejercen la auto crítica de la identidad y las tradiciones de Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, México. Su eslogan es “Tlacolula para el mundo”. Los Tlacolulokos, como se les conoce, han sido discriminados por su aspecto indígena y por estar tatuados. Celebro que sean artistas rebeldes y coherentes: están bien plantados ante la vida y no le hacen el juego al mercado del arte.

¿Qué opina sobre las responsabilidades sociales del arte y del artista?

Eso sólo compete a quienes desde su obra desean incidir en la sociedad. Existen muchos tipos de arte y cada cual tiene su lugar.

Usted ha escrito un libro sobre la Posmodernidad. ¿Es una etapa superada?

Sí, está superada. Aunque el tema es de mi total interés, por ahora estoy centrada en un proyecto propio en relación con comunidades de pueblos originarios de Oaxaca.

Los norteamericanos han creado una palabra: Prosumidores. Esta palabra explica que cada consumidor se ha vuelto un profesional del consumo. ¿Ve usted esta posibilidad dentro del mundo del arte?

Sí, totalmente. Vivimos en un mundo global en el que la información y las redes sociales juegan en papel determinante en todos los aspectos de la vida humana. En el caso del arte, quienes lo consumen están generando cada vez más contenidos que permiten concebir la circulación del arte de maneras distintas. Claro que el sistema predominante siempre encuentra formas de absorber las nuevas alternativas para seguir aumentando el consumo.

El filósofo francés GillesLipovetsky dice lo siguiente: Imaginemos un dilema aterrador: Los jihadistas de Hezbollah secuestran a un niño y ponen además bombas en el Museo del Louvre. Nos dicen: ‘¿Qué prefieren salvar? ¿A un niño o el museo más grande del mundo?’. ¿Qué respuesta les damos? No sabemos. En principio, sería el niño. Pero destruir totalmente el Louvre… De darse algo así, ¿cuálcree que sería la elección?

Lipovetsky plantea un panorama poco probable –quiero confiar– pero si se presentara, creo que se haría todo lo posible para salvar al niño, pero prevalecería la decisión de salvaguardar el Louvre.

Los primeros 100 días del actual gobierno han recibido fuertes críticas como que: en el sector cultura hay sobre todo incertidumbre: inquietud laboral, reducción de presupuestos, desaparición de programas, falta de un plan nacional y decisiones tomadas a rajatabla. ¿Está de acuerdo con esta mirada sobre las políticas culturales del actual gobierno?

Lamento decir que sí estoy de acuerdo. Para empezar, la Secretaría de Cultura federal es un órgano del que han surgido decisiones y proyectos que están afectando a la comunidad artística y cultural del país; en pocos meses la llamada Cuarta Transformación ha dejado a cientos de trabajadores del sector cultura en el desempleo. Hay mucho por decir sobre la manera errática con la que Alejandra Frausto, secretaria de Cultura, lleva esa cartera. En lo tocante a las Artes visuales, hasta ahora sus planes han sido desatinados: el mega proyecto Complejo Cultural del Bosque de Chapultepec, encabezado por Gabriel Orozco, es sólo una muestra de la falta de visión de la secretaria Frausto, para quien “ahora las periferias son la centralidad”

La comunidad artística ha sido excluida de las políticas culturales del gobierno. Esto es algo muy triste puesto que la comunidad artística acompañó de manera decisiva a López Obrador a lo largo de sus campañas para llegar a la Presidencia de la República. Mucha gente del medio cultural y artístico está decepcionada. Tengo la impresión que la gran mayoría de aquellas personas pensaron que López Obrador encabezaría un gobierno de izquierda en el que el arte y la cultura tendrían un lugar importante; un error lamentable, puesto que sus expectativas no eran reales, López Obrador nunca ha sido de izquierda y en su trayectoria política no ha mostrado mayor interés por el arte y la cultura. El Presidente es un reformador y como tal hará las reformas que mejor le parezcan.

Usted ha dicho: Recomiendo tender puentes entre el público de museos y estudiantes de arte. ¿Cómo debería ser ese puente?

En principio, consultando a los especialistas en públicos de museos y entablando comunicación directa con las escuelas de arte y universidades afines. Desafortunadamente, a veces se piensa que poniendo mucha información multimedia se llamará la atención de los estudiantes y no es así, eso sólo sirve de distractor.

¿Qué lugar ve usted que están teniendo los Curadores en el mundo del arte?

Cada vez más predominante. Si partimos de la premisa de que la curaduría, desde su función semiótica, le da sentido a la historia y a la vez valida el discurso artístico, veremos que la figura del curador de arte transita por laberintos y sinergias que ameritan particular atención por la cuota de poder político-ideológico y económico que enviste en la actualidad al curador quien, por lo regular, construye a la vez un discurso en torno a lo que expone y valida su propia alocución museológica. En ello se engrana el singular fenómeno de la firma del curador; asunto imprescindible de observar por la manera como los discursos museológicos son utilizados para legitimar posiciones personales y de grupo que abarcan desde las instituciones oficiales, hasta los museos y colecciones privadas, las fundaciones, las bienales, las ferias de arte, las subastas y los diversos públicos, entre otros.

¿Cree que lo que se conoce por Mercado del Arte ha ayudado a deformar el verdadero lugar del arte o ayuda a su difusión?

Ambas cosas. En cuanto a deformar el verdadero lugar del arte, cierta práctica voraz que impera en algunos artistas, galeristas y coleccionista por posicionar la obra en el gran mercado del arte y ganar enormes cantidades de dinero, ha generado fenómenos como la venta millonaria de la producción de Jeff Koons, sólo por citar al artista vivo que está de moda en estos días.

Históricamente el mercado del arte ha contribuido a la difusión del objeto artístico. Sin embargo, en el contexto actual, mucha de esa difusión se ha convertido en mercadotecnia.

El Mercado del Arte es muy criticado. ¿Por qué cree usted que no se crea o se plantea otro modelo?

Porque el capitalismo es el sistema económico que prevalece. Recordemos que históricamente el mercado del arte es afín a los distintos periodos económicos en que se produce.

¿Los coleccionistas han tomado el mando en el arte?

En muchos casos sí y mediante patronatos llegan a someter incluso la programación de los museos, los premios y ferias de arte, por ejemplo. El asunto es harto complejo; aquí apenas hice un breve comentario.

¿Las galerías se ven indefensas ante el avance de las subastas y las ferias –pues parecen ser los lugares donde las obras de artes tienen su precio y los artistas su valoración?

Así es. Por supuesto existen galerías muy fuertes que tan sólo en una subasta o feria facturan millones de dólares, pero a las galerías medianas y pequeñas les afecta ese otro tipo de mercado. Esto es algo lamentable ya que, por lo general, son éstas últimas las que apuestan por los nuevos artistas. Las estadísticas indican que a nivel global son más las galerías que cierran que las que abren.

Las redes como Instagram ¿ocuparán el lugar de los mecanismos conocidos de difusión de obras y artistas?

No mayormente, pero si un artista tiene la capacidad de posicionarse en Instagram, lo más seguro es que llamará la atención de las galerías, los coleccionistas y también la de los especialistas en arte.

¿Van las Artes visuales en camino de convertirse sólo en entretenimiento?

En general no lo veo así. Hay obras y exposiciones que por sus características se convierten en entretenimiento, pero es algo particular.

Si el arte se ha convertido en una inversión ¿quedan fuera de esa inversión los criterios tradicionales para evaluar una obra de arte?

Creo que pervivirán ambos criterios. Desde mi perspectiva es un fenómeno en el que, por un lado, se afianzan los criterios sólidos acerca de la calidad de la obra de arte, sin embargo, el otro lado sí lo define el dinero. En pocas palabras, sí, a nivel global los megamillonarios son los que están marcando la pauta de “lo que es arte”.

Como curadora e investigadora ¿cómo ve a las Artes visuales hoy en México?

La respuesta ameritaría una exposición bastante extensa, pero este no es el espacio para algo así. Por ello, de modo sucinto diré que actualmente en México hay una enorme pluralidad de propuestas artísticas con características múltiples; muchas ni siquiera se están documentando. Los curadores y críticos de arte que, entre otras cosas, tienen acceso al capital económico público y privado, han creado sus propias sinergias para preservar sus discursos y el respectivo coto de poder que han construido. Por otro lado, es muy significativa la abundancia de nuevos artistas en búsqueda de espacios donde exponer, ávidos de atención curatorial, de crítica, y, por supuesto, de mercado. En muy pocos años creció de manera exponencial la oferta curatorial de jóvenes que buscan afianzar sus propuestas discursivas; algunas son interesantes y propositivas, muchas no tanto. En general, la crítica de arte pasa por un mal momento: ha dejado de ser significativa por diversas razones; veleidad y falta de compromiso, me parece, es lo que predomina. Aclaro que también hay crítica de arte lúcida, hecha con rigor, y que ubica al lector de manera integral en todo aquello que influye en la apreciación de las artes plásticas y visuales.

El fenómeno de las artes visuales que tanto en México como en el resto del mundo acontece, lleva a repensar que para Foucault las nuevas apuestas del poder y los mecanismos que teje con respecto del saber tienen en lo visual un nuevo espacio donde operar. Fue De Certeau el primero en explicar que para Foucault “lo visible llegó a ser el campo de las nuevas apuestas del poder y del saber.” Quizá este es un momento idóneo para releer La risa de Foucault,[1]y guiados por De Certeau, conocer, cómo observó, que el paso que marcaba el andar de Foucault, donde él se apoyaba y recibía su impulso, era un momento visual.

¿En qué proyecto se encuentra?

En una investigación sobre arte social en México.


[1] En Michel de Certeau, Historia y psicoanálisis, introducción de Luce Giard, traducción de Alfonso Mendiola y Marcela Cinta, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, México, 2003. Col. El oficio de la historia. P. 63-68