¿Cómo comenzó su relación con el arte?
Tuve una infancia idílica, fui el primer nieto, primer sobrino y primer hijo de una familia pudiente, no me faltó nada. Tuve acceso al arte desde muy pequeño, ferias de arte, artistas, exposiciones y padres artistas. Viajé siendo muy niño, vi mundo muy temprano.
El asunto se complicó en mi adolescencia, entre mis 11 y mis 20 años, ocurrieron cosas que definitivamente me hicieron artista o al menos una persona más sensible.
Amor y deseo reprimido por ser homosexual, abandono, muchas carencias después de muchos excesos, el divorcio de mis padres, un secuestro muy violento, varios suicidios en la familia, bullying escolar, violencia de todo tipo, definitivamente fueron detonantes para tener una mente un poco más compleja y con ganas de expresarse con urgencia. Muchas cosas pasaban dentro de mí que necesitaban salir de algún modo. No sabía lo que era un psicólogo, la salud mental era tabú y lejana. Yo era un adolescente que necesitaba ayuda pero no la busqué, no tenía las herramientas.
Me enamoré a los 22 años, era mi primer amor, él iba a estudiar arte y le acompañé a inscribirse. Ese día llovía mucho en la universidad de arte, había una artista desnuda haciendo un perfomance bajo la lluvia, yo quería ser esa persona, inmediatamente me conecté. Fue allí donde conocí mi salvación: el amor y el arte.
Usted menciona siempre que en su obra usa su cuerpo. ¿Qué alcance le da a ese uso en su obra?
Para mí hacer arte siempre fue complejo viniendo desde una posición privilegiada, hombre blanco de clase media alta, en un país como Venezuela.
¿De qué iba a hablar desde mi posición? Entonces usé mi cuerpo cubierto, no estaba mi imagen, era solo mi cuerpo como motor, ese primer performance fue un traje de conos blancos de papel que hacían una suerte de coraza de puyas por todo el cuerpo (en ese entonces me interesaba el tema de las puyas para hablar de las proyecciones y los mecanismos de defensa que nos creamos los venezolanos por ser un país peligroso) y me fui a caminar por las calles así. Lo titulé El Cono de madre (sin ñ), así descubrí que mi cuerpo era un arma, una herramienta y un motor, todo al mismo tiempo, lo difícil era cómo configurarlo y alinearlo a un discurso constante. Decidí sumar personas al mismo performance y con los mismos trajes y titularlo “Los Conos de Madre”, una suerte de súper héroes o antihéroes que en realidad no hacían nada, sólo caminaban por las calles. Lo hice en diferentes países y durante 5 años. Como trabajo inicial me sirvió para entender mi cuerpo fuera del YO, como motor, era mi relación con el mundo sin ser YO. Luego el cuerpo como arma no violenta que podía usarse contra la dictadura pero dando el rostro, ya el rostro jugaba un papel importante. Llevé a cabo una serie de performances que me pusieron en mucho riesgo, uno se llamó La protesta invisible, y otro Pude haber sido yo ambos con riesgo de ir preso. Las dictaduras le tienen muchísimo miedo a este tipo de cosas. Ambos generaron un impacto más hacia el activismo que hacia el arte ya que estaban contextualizados dentro de un espacio muy politizado.
Ahora uso mi cuerpo de otra forma, muestro las nalgas en diferentes locaciones como una afronta al poder, un poco como diciendo al público “me da igual lo que pienses”. Hace poco lo hice en la tumba de Cristobal Colón en la catedral de Sevilla y la foto la titulé Cristobal Culón o frente a una estatua de Goya que titulé Degoyado frente al museo del Prado pero me borré la cabeza en Photoshop con inteligencia artificial, un poco jugando con la idea de “Saturno devorando a su hijo” o la desaparición del cráneo De Goya de su tumba. A algunos miembros de mi familia no les gusta para nada que yo muestre mis nalgas, “les doy vergüenza”, eso me empuja a seguir haciéndolo.
En París, donde pasé cinco años viviendo, iba a las tiendas de lujo y les pedía que me regalaran bolsas de papel en Louis Vuitton, Gucci, Dior, etc. y con ellas hacía unas máscaras, que luego llevaba puestas y caminaba por las calles, lo titulé Fashion victims and héroes. Mi cuerpo estaba ahogado en París, por eso decidí poner un pie en Madrid y respirar otros aires. Necesitaba conectarme más con mi idioma natal, estar más rodeado de latinoamericanos y de venezolanos.
¿Cómo crea sus Performances?
Todas mis obras responden a una necesidad, sólo hago performance cuando es estrictamente necesario, no abuso de él así como no abuso del video. De la pintura o la escultura se puede abusar un poco más. Pero el performance para mí, es sagrado. Así que cuando voy a hacer un performance procuro que responda a un cuestionamiento interno y produzca muchas preguntas en el que lo ve. No tengo una forma de “crearlos” ya que todo sucede en mi pensamiento, simplemente pienso en lo que me inquieta y va surgiendo.
Háblenos de su performance en el Teatro de Châtelet, en Francia.
Fui invitado como artista venezolano exiliado en Francia a realizar un performance que reflejara un poco lo que sucedía en Venezuela. Presenté una pieza donde aparecía yo amarrado en una silla mientras recitaba el artículo 350 de la constitución venezolana (en francés) y el público podía darme cachetadas o golpes.
Tenía algunas personas que hacían de detonantes porque nadie se atrevía a pegarme, luego se “animaron”. Lo enfilé hacia eso que urgía: hablar de todos los presos políticos y torturados que había en ese momento (y que aún existen). El performance llamó la atención de prensa francesa. Todos salieron de la sala mientras yo seguía amarrado, una sola persona se devolvió a soltarme y preguntarme si estaba bien. Se trataba de la expresidenta de Amnistía Internacional. Genevieve Garridos.
¿Cómo organizó su videoarte, acompañado de una acción que duró cinco horas, en el Palais de Tokyo?
Esta acción ha sido la acción más bien producida que he realizado hasta ahora. Realizarlo fue difícil administrativamente pues como había comida y fuego de por medio (no puede haber fuego en un museo y no se puede manipular alimentos para el público sin permiso) tuve que hacer un curso de manipulación de alimentos e higiene, y buscar alternativas para el fuego. En esta acción el museo me remuneró, era la segunda vez que cobraba por un performance, la primera en el Teatro de Châtelet. Es decir, Francia es un país que remunera y reconoce el trabajo de cualquier artista (20 puntos para Francia). El videoarte que presenté mientras yo hacía Casabe con los asistentes al museo (alimento a base de yuca creado en tiempos prehispánicos por los indígenas del norte de Sudamérica) hablaba de forma poética sobre la relación entre mi exilio y la forma en la que se hace el casabe. Al final una vez realizado el casabe escribía frases en él con un líquido comestible algunas frases del video y las personas podían comerse “mis frases” con una bandeja de quesos franceses. En el video hablo en francés sobre todo ese sentimiento que se crea siendo exiliado y se repitía en loop mientras sucedía el “taller” de realización del casabe.
Ahora que se encuentra fuera de su país, Venezuela, ¿cómo encara los temas de migración, integración?
Tengo varios proyectos que hablan de la migración venezolana, en dos de esos proyectos utilizo la obra del artista venezolano Carlos Cruz Diez que se encuentra en el aeropuerto internacional de Venezuela Maiquetía, se trata de una obra en mosaicos que abarca todo el suelo antes de embarcar, es una obra muy emblemática para todo aquel que sale de Venezuela por el aeropuerto. La mayoría de las personas se toma fotos de sus pies con esa obra. Yo pedí en mis redes sociales que me enviaran esas fotos de cuando tuvieron que emigrar de Venezuela. Con esas fotos volví a hacer un piso (cada foto era un mosaico) y al final de ese piso estaban impresos todos los correos que me llegaron contándome lo que significaba esa foto para ellos y las razones por las que se fueron de Venezuela. El fenómeno migratorio venezolano me interesa mucho porque una de las cosas que más me impide terminar de aceptar que vivo en otro país e integrarme verdaderamente es sufrir del duelo migratorio en carne viva, cada día duele menos pero aún duele. En Paris realicé un video con el que me gané una beca de trabajo metálica, que justamente hablaba sobre ese proceso de integración en Francia. Me inspiré en el libro del escritor francés George Perec La disparition en ese libro él omite todas las e (la vocal más utilizada en el idioma galo), que es la vocal más difícil de pronunciar para los hispanohablantes, hice un video donde entrevisté a varios franceses pidiéndoles que me contaran una historia triste de sus vidas. Luego en edición sólo dejaba los sonidos de la e francesa. El resultado es un video “gracioso” que generaba risas. Mi idea era mostrar la falta de empatía que existía por culpa de la barrera de un idioma tan rígido como el francés.
¿Cómo logra vincularse con la abstracción geométrica, al tener el cuerpo una función muy presente en su obra que usted ha llamado de poder y rebeldía?
La abstracción geométrica me permite crear un mundo imaginario, un lenguaje sólo mío (aunque haya muchísimas referencias para la abstracción geométrica) estas piezas pictóricas y escultóricas me relajan y me mantienen la mente operativa y productiva, también mantienen calmado a ese Cristóbal rebelde y volátil, para mí pintar y esculpir es una necesidad y una manera de mantenerme sano mentalmente. No todas las piezas tienen que ser una tortura para el artista o para el público. Con mis pinturas soy niño, juego con mi imaginación. Hay una falsa creencia de que el arte contemporáneo debe ser disruptivo y crítico, no lo veo así. Yo creo que el artista pasa por muchas etapas. Los miedos, creencias y gustos van cambiando, su percepción va cambiando. Es fácil criticar a un artista, difícil apoyarlo. Al artista le debe dar igual si lo apoyas o lo criticas.
En estos momentos estoy trabajando (jugando) con imanes que corto previamente y voy componiendo sobre el lienzo y un metal en la parte posterior, estas formas que están en mi cabeza cobran vida cuando les rocío pintura a presión. Me interesa el tema de la huella y el refugio, aquello que tapa y protege el imán queda intacto y protegido. Definitivamente crecer en un país como Venezuela te hace amar u odiar el arte geométrico, yo estoy en el medio.
Usted tiene curiosidad por aquellos que no les interesa el arte. ¿Cómo logra llegar a ellos y vincularlos al arte?
Aquellos que no les interesa el arte, o no lo buscan de manera intencionada, son quienes no te van a apoyar ni criticar (o al menos su crítica no tiene mucha relevancia), simplemente te van a observar y te van a consumir sin filtros, sin curador, sin galería sin poder alguno que te dirija el pensamiento. Pero también es importante ser criticado, observado y comprado en espacios adecuados para el arte, todo es importante en la vida del artista. En mi cuerpo de obra ha estado muy presente la sociedad en las calles, el comportamiento de la masa y las redes sociales, estudio el comportamiento de la gente y su relación con el poder, siempre estoy buscando inspiración en las calles, lo que sucede en las calles. He incluido personas en mi videoarte y en mis perfomances que no están ligadas al arte de ninguna forma y la experiencia ha sido muy distinta a trabajar con personas que si están en el medio.
Usted ha dicho: “Mis redes sociales y yo somos indivisibles”. ¿Qué protagonismo les da en su obra y a la difusión de ella?
Así como para mí, creo que para muchos artistas de ahora las redes sociales son indispensables para comprender el ahora, todo va muy rápido, es difícil concentrarse en un solo tema, al menos a mí me cuesta. Utilizo mis redes como archivo público de mi -historia- también las uso para crear obras, por ejemplo, usé Facebook durante la pandemia (que la viví en París), estuve recolectando preguntas de franceses en grupos de Facebook, me interesaba sólo las que eran preguntas porque podía sacarlas de ese contexto y llevarlas a otro, además eran angustias de las personas, había que hablarle de eso a los no-nacidos, era un ángulo histórico que me gustaba porque incluía el humor sobre una tragedia (las preguntas que elegía eran angustias muy alejadas de la tragedia). Luego esas preguntas las llevé a la pintura y a la calle. Así generaba un diálogo con el espectador que leía esas preguntas en la calle (las llevé a la calle en un trabajo urbano).
“Actualmente mis intereses van hacia crear una residencia propia que acoja artistas extranjeros y españoles.” ¿Qué tan diferente serían de las que ya existen?
Creo que cada residencia es diferente simplemente por estar en sitios distintos con personas distintas. Actualmente están en residencia dos artistas invitados a mi estudio. Por ahora es sólo un experimento. Parte de lo que me gusta de este experimento es el diálogo que se crea y la proximidad con otros artistas, para mi es parte indispensable de la formación de los artistas, hay que hacer residencias, hay que cuidar a los artistas y darles oportunidades de todo tipo, hay que darles espacio dedicado sólo a su producción. Ahora cuento con un espacio maravilloso en Carabanchel, Madrid, es una forma de compartir mi espacio con otros y darle más sentido. Creo que si no fuera artista sería mecenas (bueno es como decir, si no fuese pobre sería millonario -jajaja-), una figura de la que poco se habla y que escasea (que no es lo mismo que el coleccionista). Pero sí existen algunos filántropos en el mundo del arte, gente que no busca enriquecerse con el arte ni busca protagonismo. Yo no tengo tal nivel de madurez, aún me gusta el protagonismo, la atención y la aprobación, pero espero poder superar mi ego en un futuro. Las residencias artísticas tienen algo de filantropía y de magia, pero cada vez son más inaccesibles, muchos artistas / pocas residencias (aunque cada vez nacen nuevos espacios y más oportunidades). Hoy día cada vez más personas se atreven a ser artistas, cada vez somos más y cada vez hay más talento, cada vez es más difícil quedar en residencias. Mi espacio sería uno más.
Usted participó en el espacio de arte parisino Pavillon Carré de Baudouin, el Festival Visions d’exil con el nombre de De un confinamiento a otro. ¿Cómo fue la experiencia?
Los eventos organizados por franceses son excepcionales, no descuidan ningún detalle. Este evento no fue la excepción, la ejecución del montaje maravilloso y todo el evento fue cubierto por la prensa, un público que consume arte y que quería escuchar al artista, no faltó nada la verdad. Allí mostré el trabajo Re-Post Modernisme una pieza que nació en una residencia que había hecho en un castillo en La Loire francesa (un sueño de residencia en medio del bosque dentro de un castillo), fui el único artista que quedó expuesto fuera del edificio del Pavillon Carré Baudouin, yo quería estar en la calle pero bajo el cobijo de la exposición, mis obras se dejaron a la intemperie tal como lo pedí para que las personas que no entraran a la exposición pudieran interactuar con ellas.
Tenemos que luchar contra esa censura imaginaria, ese cerco psicológico que nos han creado, y eso forma parte de mi filosofía: convertir esa frustración y ese sesgo psicológico que el gobierno crea en la población, de que creemos que no podemos decir nada, pero, en verdad, sí podemos.
¿Cómo librarse de ese peso como individuos y en la construcción de una obra?
Cuando tu vida o la de los tuyos corre peligro, es difícil no ser sumiso y obedecer lo que dice el tirano. Las dictaduras son simplemente el poder en su máxima expresión, la cúspide del abuso. Pero el abuso, e incluso la auto censura, puede estar en ti mismo (creo que lo más importante en tu formación como artista o individuo es mirar para adentro y ver de qué estas infectado), en tu familia, en tu pareja, en los productos que compras, en los medios, en las empresas, en los bancos, en las redes sociales. Por donde quiera que vamos tenemos cuchillos al cuello que nos dicen cómo debemos comportarnos y cómo debemos ser. Creo que el “buen” artista debe buscar su propia libertad, puede pasar toda la vida buscándola y no encontrarla nunca, pero al menos estuvo en la búsqueda. Aquí es cuando entra el rol del curador, construir discursos e intelectualizar las obras y darles contexto y peso, para así validar discursos que se acerquen a algún concepto de libertad. Cuando eres un artista que trabaja con arte político debes cuidar de no caer en el activismo o en lo panfletario, Ai Wei Wei o Doris Salcedo son un claro ejemplo de eso. Son artistas que han sabido llevar muy bien una obra política sin caer en el activismo o en lo panfletario.
¿Cómo se gestó el Artist Open House junto a tu amigo Jean-Paul Fowler y qué quedó de esa experiencia?
En ese momento me habían invitado a hacer una residencia artística en Brighton (Inglaterra) dentro del marco del festival de las artes de Brighton. Yo quería llevar a mi mejor amigo conmigo, hago la solicitud para que pueda quedarse y al final logré llevarlo. Éramos un equipo. Lo necesitaba como ayudante para poder realizar el performance de Los Conos de Madre allá. Hicimos los trajes en tiempo récord, como anécdota: cuando los terminamos los dejamos secando en el patio de la residencia, cuando fuimos a recogerlos las gaviotas los habían -defecado- (jajaja) había que volverlos a hacer, la risa superó la frustración. Él era mi cómplice, siempre estaba allí para mí y yo para él. Esta pregunta me toca la fibra porque lamentablemente falleció hace un par de años. Era la persona que más me ayudaba a combatir el famoso síndrome del impostor. Con ese performance ganamos el primer lugar en el festival y las imágenes se difundieron en Reuters. Fue muy divertido ese viaje.
¿Cuál es su opinión de las Ferias de Arte, como ser ArtBasel, Arco, etc? ¿Suman una mejor comunicación entre artista y público?
Las ferias de arte son magníficas como fenómeno, en ellas se pueden ver los órganos del mercado del arte, se puede ver cómo funciona el asunto (para bien o para mal). Yo creo que es el nuevo sitio para descubrir artistas y galerías alternativas, no creo que sea un lugar para comunicarse con el artista ni enriquecerse culturalmente con las obras, creo que es más un sitio para los galeristas y coleccionistas, es el espacio de ellos. Los artistas sobramos en las ferias de arte. Se puede hacer acto de presencia que siempre es importante, pero como individuo que se toma una copa de vino, no como artista que explica y defiende su trabajo. Creo que en estos espacios los galeristas más preparados y que saben lo que venden son los que triunfan (o que deberían triunfar).
¿Cómo es su relación con los curadores? ¿Son los que en verdad validan a un artista?
Es que existen diferentes tipos de curadores, están los curadores independientes, los curadores de museos y los curadores de galerías, o incluso curadores de ferias de arte, curadores de colecciones públicas o privadas, incluso existen artistas curadores, entonces cada uno tiene una función y responden a intereses personales o de las instituciones que representan. Definitivamente tienen un poder importante en el proceso de validar a un artista, sobre todo si son muy buenos y reconocidos. Como todo, hay veces que son los artistas quienes validan al curador, artistas ya validados que confían sus obras más preciadas a la pluma y estilo de un curador novel y resulta que la historia es al revés. Mi relación con curadores ha sido fluctuante, hay curadores que me prestan atención cuando me gano un premio o quedo en alguna residencia o cuando sale alguna entrevista, otros que sí han creído en mi obra de manera espontánea como la curadora, investigadora y docente venezolana Carmen Alicia Di Pasquale. Con ella tengo la historia más interesante de acompañamiento y de realización de una pieza de videoarte. Sin ella no hubiera podido llevarla a cabo. Su voz le dio peso a esa pieza, tanto peso que esa obra va a integrar en algún momento un museo de la memoria y que ya integra una importante colección de videoarte privada. Me gustaría volver a trabajar con ella, con otros no me gustaría volver a trabajar. Son relaciones complejísimas. Ahora empiezo relaciones con una curadora de un museo en Países Bajos que me ha invitado a ser parte de una exposición el año que viene, tendremos una primera reunión en septiembre de 2023. Ya veremos qué pasa.
¿Cree que la fotografía está más difundida?
Hoy día la fotografía se universalizó, ya no es cosa de algunos, los teléfonos móviles compiten por sacar la mejor cámara cada año y los usuarios los compran sólo por sus cámaras, hoy día cualquiera con acceso a un móvil puede tomar una foto. El concepto de fotografía se ha banalizado al punto de aturdimiento, las redes sociales han jugado un papel importante en esto, la fotografía artística o con contenido crítico es un respiro a ese aturdimiento, es una pausa, pero hay que buscarla en ese mar. Yo uso la fotografía en varios de mis proyectos, para mi es indispensable para mi discurso artístico. La fotografía va tomando el terreno que tenía la pintura, el pintor pintaba lo que veía o sentía, la fotografía permite ir a la idea sin pasar por la materia. La imagen cobra otro sentido y se adecua más al ahora. Es fácil archivarla y reproducirla, aunque es costosa materializarla (aún tiene sus limitantes).
¿Las subastas ayudan o confunden al público?
Las dos. Creo que debe educarse para el arte, así como cuando pruebas sushi por primera vez no sabes si es bueno o malo, sólo sabes que es raro. O el vino. Igual es el arte, requiere tiempo y educación para saber qué es bueno y qué es malo o regular. El arte le da cabida a la especulación y eso lo hace un poco más divertido para aquellos que no entienden mucho de arte pero quieren invertir en arte. No hay certezas en el arte y eso también lo hace divertido para los que “si saben” de arte.
¿Cuál es el límite, en su obra para, la intervención de lo político?
Muerto, preso o en bancarrota no puedo seguir “haciendo” (así pensé cuando decidí huir y pedir asilo en Francia en el 2017 luego de entrar en una lista de persecución de la dictadura venezolana), creo que es Indispensable conocer y reconocer los riesgos y los límites que implica cada obra (incluso en lo económico), hay proyectos que he tenido que son muy ambiciosos o irrealizables, o proyectos que podrían afectar mi estatus de asilado político. Lo político siempre tiene sus riesgos y demandan mucha energía. Hay que cuidarse mentalmente y saber cuándo se puede y cuándo no. Definitivamente estar fuera de Venezuela no implica ningún riesgo para mi ahora pero quizá sí para mi familia. Pero siempre debe haber un factor riesgo que potencie la obra. El asunto es asumirlo.
¿En qué proyecto se encuentra?
En dos proyectos, uno de fotografía: estoy yendo casi todos los días con mi cámara a la construcción del nuevo Supermercado Mercadona (que se supone será el más grande de España) y tomo fotografías de todos los objetos que elevan por los aires con la grúa, y luego con inteligencia artificial elimino las guayas y el brazo de la grúa. Quedan objetos flotando como si fueran OVNIS, metáfora que usaré para hablar del fenómeno de gentrificación, una especie de nave nodriza que se sitúa en un barrio tranquilo y que hará quebrar a pequeños negocios colindantes. Aumentará notablemente el precio de los alquileres.
El otro proyecto: pinturas que realizo en grandes formatos con una técnica que me he creado, corto previamente imanes con formas geométricas y compongo sobre un lienzo y por detrás un muro metálico que permite que los imanes queden adheridos al lienzo.