En lo que toca al hecho de que un buque y su tripulación zarpen, ya sea con alegría o con tristeza, dejando atrás la tierra donde todos nacieron, así como a la mayoría, sean amigos o enemigos, la imagen del marino -o el poeta- tiene una constelación diferente de significados.
W. H. Auden
El desdoblamiento
Giovanni Astengo expone un anclaje solitario y, a la vez, un desdoblamiento interpersonal en la apreciación que tiene de las cosas. En ese ir y venir por el mundo habita el vacío y, con la saudade latinoamericana que lo caracteriza, larismo le dicen en Chile, es parte también de la migración continua y privada que lo lleva a descubrir sus propias costas, a describirlas en voz alta, y posteriormente a narrar el camino para que otras personas arriben a los puntos de descanso en el camino personal. En ese sitio sucede la duplicidad: se vincula la voz interna con el mundo externo del poeta. Así es la poesía de Giovanni, para ejemplo el primer poema de su libro En el suave país de la nada1 el cual hurga desde el inicio la doble posibilidad del poema: lo qué es y lo que no es:
Voy hacia el suave país de la nada
las gaviotas sobrevuelan en el vacío
y tan sólo el silencio de la tarde
delata quién es y quién no es
en el suave país de la nada.
Dice Delia Lerner, investigadora en didáctica de la lengua, que en:
Los quehaceres del escritor, la distinción entre lo compartido y lo privado es menos nítida, quizá porque la escritura es más solitaria que la lectura pero – al mismo tiempo– obliga a quien la ejerce a tener constantemente presente el punto de vista de los otros, de los futuros lectores. Planificar, textualizar, revisar una y otra vez […] no son observables desde el exterior y se llevan a cabo, en general, en privado (“Leer y escribir en la escuela”; SEP, 2004).
He observado que algunos poetas chilenos dialogan de forma asidua sobre la escritura poética, van y vienen por sus teorías, experiencias, anécdotas y fluyen de forma flexible ante las posibilidades infinitas del poema. Claro, también en México se fomenta el diálogo, pero en Chile hay un énfasis colectivo, un aura particular en este proceso más allá de lo personal. No están atados a un sistema específico, a un método que formalice la escritura, no han institucionalizado el placer estético de la poesía. En palabras de Delia Lerner:
Escribir con otros obliga a debatir para tomar decisiones consensuadas acerca de los múltiples problemas que plantea la escritura y de este modo se constituyen en objeto de reflexión cuestiones que pueden permanecer implícitas cuando se escribe en soledad.
Pero esta es un arma de doble filo: ¿Hasta dónde el poeta debe provocar un diálogo exterior sin descuidar lo privado?, ¿cuál es el punto de equilibrio entre las influencias ––esas relaciones interpersonales–– con la necesidad interior, el descubrimiento personal? Sin duda me quedo con el diálogo horizontal, el placer estético y la posibilidad de reflexionar de forma múltiple sobre otro camino al escribir. Veamos qué dice la poesía de Giovanni Astengo.
Desmenuzar la nada
En el suave país de la nada una persona escribe en la arena antes que el mar lo borre todo. Su aura poética provoca viajes hacia la tristeza y la nostalgia en un mismo parpadeo: autoras que se desprendieron de la vida al igual que un terrón del risco, Sylvia Plath, Isabel Rimbaud, Rosa Cruchaga DeWalker, Carmen Mackenna y Bárbara Délano; la existencia de un pub infinito donde tocan Chet Baker, Lou Reed y Leonard Cohen; la sensación fallida por no cambiar el mundo; la nieve imaginaria y la presencia del mirlo; las ventanas abiertas hacia el mar en blanco y negro, una madre y su voz para amarlo; las texturas de grandes océanos: Hölderlin, Rilke, Teillier, Trakl, Kavafis, Mistral, Bradbury y Verne, entre otros; ciudades perdidas y reveladas: Boston, Tokio, Santiago de Chile, Nueva York, Londres, Berlín, La Plata y Chelsea; astros marinos de la pantalla grande, James Dean, John Wayne y Win Wenders; la asfixia de un día que se pega con otro día; las pinturas solitarias de Edward Hopper; así como la sensación de lo efímero urdiendo la inocencia pasada, el presente que se desvanece y el futuro incierto al lado de la familia cercana o lejana, tripulación necesaria para vivir.
Los materiales que usó Giovanni para escribir este libro fueron extraídos del gesto que nunca alcanza. Lo pendiente. La mirada con un pie en lo que sucede y otro en lo que nunca volverá. Los puentes que tiende este poemario entre el origen y el resto del mundo reflejan una preocupación por saber qué sucede más allá. Habla no solo del exterior sino de las geografías interiores: contraflujos literarios, conexiones idílicas, la raíz de la otredad/saudade/lárica. En el suave país de la nada hay un punto de descanso para tomar aire en medio de esta pandemia y leer las improntas escritas con el pulso de la madurez poética. En estos tiempos es complejo que un poeta logre tallar significados en la roca de la brevedad. Giovanni lo logra:
Un poema que te debía
A mi Madre
Yo sabía que algo tendría que cambiar
y hoy es el tiempo de contenerte
en la neblina de los años
Las nubes son las mismas nubes
ahí donde aún juegan los niños
Me regalaste libros de Rilke
y Arthur Rimbaud
en el vértigo de mi inocencia
Madre de mis dos ojos vidriosos
Madre de mi vida entera.
O:
A mi madre que me leía Farewell
Es por tu voz que amé el mar
y mi vida sólo sabe de naufragios
a orillas de la escritura
Es por tu voz que amé el mar
y las otras cosas.
Barca de doble oleaje: la entrevista
¿Qué es el larismo y por qué te consideras un poeta lárico de tercera generación?
El larismo o la “poesía lárica”, no es sólo un constructo Made in Chile. Ya en Roma, existía el concepto de lares, lugares campesinos donde el imperio enviaba poetas a residir, para hablar de las grandezas del paisaje y la vida campestre, para evitar la sobrepoblación en las grandes ciudades. Sin embargo, es Rilke quien, en uno de sus libros de la primera época, establece la contraposición de la ciudad y los campos viendo en ello la descomposición del “alma” original y en conversación con el orden natural de las cosas. En Chile, es el poeta Jorge Teillier quien a mediados de los años sesenta escribe una suerte de “manifiesto” llamado “Los poetas de los lares” donde establece que los poetas láricos no describen el paisaje solamente, como los poetas bucólicos, sino más bien se integran al paisaje, rescatan la armonía de la vida de las aldeas, ejercen comunión con las cosas y los seres, una poesía coloquial, que no es lo mismo que conversacional; una poesía que choca con la vida urbana. Pero la aldea del poeta no es sólo Lautaro ni La Frontera (pueblos del sur de Chile), sino más bien una aldea universal y hasta metafísica.
Entre otros grandes poetas de esta corriente se encuentran Rolando Cárdenas, Efraín Barquero y Alfonso Calderón. Escribí para el cuerpo de documentos de descarga gratuita “Estrategia del poema: 72 autorxs hispanoamericanxs” (Bitácora de vuelos ediciones, 2020), que yo era un poeta lárico de tercera generación, ya que la segunda fueron los discípulos directos de Teillier, como Francisco Véjar. Sin embargo, yo lo tomo como una referencia importante en la construcción de mi idea del mundo y la poesía, aunque soy citadino, creo en un orden mayor, y me considero “neo –lárico” donde mi única propuesta es renovar una tradición.
¿Qué poetas chilenos influyen tu obra?, ¿hacia dónde se dirige la poesía escrita hoy en Chile?
Muchos, pero sin duda el primero fue Neruda, porque mi madre me lo recitaba de memoria para hacerme dormir; también Vicente Huidobro, ya que a los doce años hurgando en la biblioteca de mi padre me encontré con Poemas Árticos. Pero vendría con la adolescencia, Enrique Lihn, que es un poeta magnífico, el Baudelaire chileno en términos de su técnica y una figura emblemática de la eterna juventud y actualidad que sigue teniendo para todos los poetas; otros son Gonzalo Rojas, Gonzalo Millán, Gabriela Mistral, pero referencias más cercanas con lo que yo hago, están sin duda Jorge Teillier, Rolando Cárdenas, Juvencio Valle y Efraín Barquero.
Con respecto a la dirección que ha tomado la poesía chilena, desde hace décadas, creo que las grandes temáticas son los márgenes, el desencanto, la dictadura, la contingencia y sobre todo la marginalidad, mostrar el paisaje urbano desposeído y sin oportunidades. No obstante, creo que se ha abusado un poco en este sentido de dichos fenómenos, entonces el sur y el norte de mi país ya no existen, todo es citadino, todo es miseria y basurales de la ciudad.
¿Dónde se ubica tu poesía entre las múltiples poéticas latinoamericanas?
Es cierto eso de la multiplicidad de voces y también las ganas que tienen muchos de categorizar o situar en tal o cual generación a un poeta; yo por el momento digo “No sé ni donde estoy parado”. Siempre me ha costado el rótulo, la etiqueta; por lo mismo siempre digo que mi generación, son mis amigos poetas, sean de la latitud que sean o la voz que tengan y al rango etario al que pertenezcan; y puedo llegar a decir, incluso, que puedo ser contemporáneo tanto de Kavafis como de Rimbaud o de Federico García Lorca, etcétera. La poesía es una y la hacemos todos.
¿De qué manera has vivido el estallido social en tu país?
Fue un proceso que estaba en estado de latencia durante treinta años, y estalló, como todo fenómeno social: “De repente” como lo hubiese dicho el poeta Gonzalo Rojas. Fue alucinante, poético, lleno de abrazos, sin colores políticos, ni jerarquías de izquierda comandándolo, hace mucho tiempo ––desde la dictadura–– que no veía al pueblo, al verdadero pueblo tomarse las calles y los lugares en todas las ciudades de Chile ocupando su lugar en la historia.
Recuerdo que esa noche fuimos al Cine Arte a ver Joker con mi esposa y mi hijo, donde al final de la película hay un estallido social similar, salimos del cine y estaba la ciudad en llamas. Mi hijo, me dijo: “Seguimos en la película”, era muy fuerte la sensación de un sueño cumplido, una ventana abierta a la esperanza… Sin embargo, a dos años de eso y cerca de las elecciones, están surgiendo caudillismos y candidatas y candidatos populistas; eso es un riesgo para toda democracia.
¿Qué representa México para ti?
“México, lindo y querido” dice una canción, pero a veces México duele y lo constato por la poesía actual mexicana; donde intuyo cierto desamparo y un miedo a perder todo el legado cultural de siglos, por una nueva religión llamada “El sueño americano”. Eso duele, como me duele no conocer aún tu hermoso y gran país ––ya habrá tiempo––, pero de una u otra forma lo conozco, ya que Chile desde comienzos del Siglo XX, ha tenido, estando tan lejos geográficamente, una conexión a través de la cultura popular, ya sean corridos, rancheras y una suerte de simbiosis en la forma de relacionarse culturalmente. El lenguaje móvil de los viejos fondos es muy similar al que se expresa en Chile, relación que no he visto con otros países del continente.
Pero México, además, es Octavio Paz, tanto en sus ensayos como en su gran poesía, es Sor Juana Inés de la Cruz, Jaime Sabines, Rosario Castellanos, José Emilio Pacheco y profundamente la poesía náhuatl.
Márgenes
A Giovanni Astengo lo conocí por Octavio Gallardo, nuestro amigo común. Giovanni es un poeta preocupado por entenderse a sí mismo, pero a la par incentiva el diálogo con los poetas de su generación. Levanta el rostro con ansiedad, publica enésimas veces algún post que refleja su angustia y anda por la vida respirando el valor del límite: por momentos la sequía lo abruma, en instantes la claridad vuelve a su sitio y él escribe. Escribe y vive. En medio del estallido social en Chile publicó Balandra, libro de largos esteros y fértil memoria con un pie en su patria de nubes, de frente “En el suave país de la nada” y las tierras mexicanas de Baja California Sur. Actualmente prepara un acervo de mirlos. En las palabras de W. H. Auden, podemos incluir la imagen lárica de este poeta:
En lo que toca al hecho de que Giovanni Astengo y su tripulación zarpen, ya sea con alegría o con tristeza, dejando atrás la tierra donde todos nacieron, así como a la mayoría, sean amigos o enemigos, la imagen del marino -Giovanni- tiene una constelación diferente de significados.
Que su poesía sea un gran viaje.