El Nix, de Nathan Hill

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Según se cuenta en la novela, el Nix es un espíritu que se aparece a los niños bajo forma de caballo para asustarlos y, en ocasiones, secuestrarlos. Su origen es nórdico como también lo es el de Samuel Anderson-Andressen, joven promesa literaria estadounidense, quien dejó de escribir y sobrevive dando clases de literatura en una universidad. En dicho lugar, los estudiantes no están contentos con lo que se les enseña; en particular, la literatura pues ésta no tiene lugar alguno en una sociedad competitiva, donde lo único que importa es el dinero. Protagonista de la novela, Samuel decide encerrarse en su oficina universitaria para jugar a Elfscape, un videojuego en línea, donde frecuenta otros tipos como él; es decir, gente frustrada por la falta de inspiración y reconocimiento. Sin embargo, la vida de Samuel está por dar un vuelco cuando un candidato conservador es agredido por una mujer que resulta ser su madre, la misma que lo abandonó cuando era niño. Así, su editor —un verdadero oportunista, siempre al acecho de la ocasión para publicar un best-seller— le obliga a escribir la biografía de su progenitora. Esa misión llevará a Samuel a recorrer Estados Unidos en búsqueda de una verdad que también será una revelación.

El Nix es un verdadero fresco novelesco en el que alterna la novela histórica, con la novela de aprendizaje, el retrato generacional e, incluso, el road movie, sin olvidar ciertos coqueteos con una forma de fantasía. Su lectura recuerda a los grandes clásicos de la lengua inglesa como Great Expectations de Charles Dickens. La comparación bajo ningún aspecto me parece exagerada. El Nix es una novela ambiciosa que cumple con sus promesas y aún más. Por otro lado, ¿cómo no recordar al Dickens de Great Expectations cuando se trata de la infancia de Samuel Anderson, el abandono de su madre y su amor por Bethany, la vecina rica, la hermana de su malogrado amigo Bishop? Incluso el último encuentro de Bethany con Samuel recuerda el de Pip con la fascinante Estella en la novela de Dickens. Desde luego, El Nix es una novela de nuestro tiempo, una época corroída por el capitalismo más caníbal, la falta de decencia política, la cultura neoliberal del más prepotente, cuando ya no parece existir esperanza alguna, de esas que movilizaron a los jóvenes en la década de los sesenta, bajo los augurios del poeta Allen Ginsberg. Si bien en la novela Nathan Hill hace resonar las revueltas sesenteras de Chicago con el movimiento Ocupemos Wall Street, tengo la impresión de que lo hace con una doble y antagónica voluntad: por un lado, se trata de relativizar los alcances de un movimiento popular, pues todos terminan sucumbiendo frente a la perniciosa maquinaria del sistema; no obstante, también se trata de reunirlos mediante la ficción que no sólo recuerda, sino que también se erige como trinchera del descontento. Mientras que los periódicos hablan de bonanza, la televisión aliena sin descanso a los ciudadanos, la literatura seguirá apuntando a la verdad, por más dolorosa que ésta sea. Lo descubre el protagonista, Samuel Anderson, al final de la novela y con él lo recordamos los lectores. Todo gracias al nervio de Nathan Hill quien ha escrito una novela electrizante, donde no existen héroes, pero todavía sigue vigente la posibilidad de ser redimido, una novela que no decae un solo momento y que, entre el drama y el humor, se convierte en una de las cimas estadounidenses del siglo XXI.

El Nix es el debut literario de Nathan Hill, esperaré con entusiasmo su siguiente entrega.

Nathan Hill, El Nix, Ediciones Salamandra, España, 2018, ISBN 9788417384135