Intento mirar lo cotidiano, lo común, lo ridículo del día a día: Inma Liñana

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¿Cómo comenzó su vínculo con las artes visuales? 

Supongo que empezó al nacer. Nada más poner en marcha los cinco sentidos, especialmente el de la vista. Luego ya me hice mayor, decidí oficializarlo todo mediante la correspondiente licenciatura y sigo aprendiendo. En definitiva, no hubo comienzo propiamente dicho de la misma forma que no habrá final. Lo que sí hubo en mi entorno más cercano, fue la esperanza de que en algún momento dejaría todo esto y me buscaría un trabajo de verdad. Hoy en día sigo recibiendo ofertas, en este mismo entorno, ofreciéndome pagar los materiales a cambio de algo de eso que hago…

 

Su obra apunta a fijar el cuerpo sobre todo el de la mujer. ¿Qué desea comunicar?

 Mi obra, al menos gran parte de ella, trata sobre la mujer, sobre la feminidad vista desde la perspectiva feminista. Para trabajar sobre ello, lógicamente, el propio cuerpo me sirve como metáfora visual. Es el terreno de juego en donde mejor puedo expresarme en muchas ocasiones. Un terreno de juego que además confunde y ofende, pero ese no es mi problema.

 

Las bragas son un punto recurrente en su obra. ¿Por qué esa prenda en especial?

 Por lo de especial que tiene, por ser prenda inequívocamente femenina, por ser prenda oculta, intima, prenda prohibida a la vista. De la misma forma que otras prendas (como el sujetador) fueron usadas de forma reivindicativa en su momento, yo uso las bragas, que para mí tienen un componente visual más impactante. Las bragas golpean la mirada de todos. Y a algunos les golpea el cerebro y más abajo.

 

También hace uso del bordado como de otros materiales. ¿Cómo llega a elegir un material más que otro?

El bordado es, como las bragas, algo que todo el mundo asocia a la figura de la mujer. Un trabajo tradicional hecho a lo largo de los años. Qué menos que usar ese material para revertir y combatir conceptos casposos, todavía desgraciadamente vigentes. Y por supuesto, sin ningún menosprecio al bordado: Si el bordado hubiera sido históricamente cosa de señoros, inundaría los principales museos.

El bordado, “plumarius opus”, es uno de mis soportes preferidos, por su componente clásico e icónico. Restablecer ese componente, usando el propio bordado (y si es posible usando material original propicio para intervenir) es un juego y un reto. Uno de los muchos que me planteo.

Usted ha recibido el Premio ANDANAfoto. En su Facebook escribió: Queridas y queridos, me han dado un premio y estoy feliz. Doy las gracias públicamente a ANDANAfoto y a todas aquellas personas que nunca han apoyado mi trabajo, han fingido no conocerme y se cruzan de acera cuando me ven. Sin ellas esto no hubiera sido posible. Un abrazo inmenso. ¿Se ha sentido marginada por el medio, tanto por ser mujer o como artista o por ambos motivos?

Sí. En muchas ocasiones se ha cuestionado la autoría de mi trabajo y se ha tratado como una broma, un chiste, algo divertido, pero no ARTE. Me han llegado a preguntar en muchas ocasiones quién me hace las fotos. No conozco a ningún compañero varón al que se le haya planteado esta pregunta. Ser mujer es motivo de discriminación aquí, en Burgos y en el Polo Norte. Quizás las mujeres multimillonarias sean la única especie de mujer no discriminada. Pero yo no soy de esa especie. Todo artista ha de sentirse debidamente discriminado social y sociológicamente hablando. Si no se ha sentido nunca así, es que vive en Marte o ha sido subvencionado desde la cuna. Yo ni una cosa ni la otra, aunque diga marcianadas.

 

Usted en una entrevista en el ABC dijo: Procuro mirar de manera perversa lo cotidiano. ¿Qué alcance le da usted a esa mirada perversa?
Decir eso en el ABC ya tiene algo de perverso si vd se fija bien. El alcance de mi mirada perversa es total, casi enfermizo y alcanza desde un acto tan inofensivo y cotidiano como pelar un aguacate hasta la perversidad estándar para todos reconocible. Ojo, soy perversa, no pervertida.

Ha declarado: Intento mirar … lo cotidiano, lo común, lo ridículo del día a día… ¿De qué manera trabaja lo ridículo del día a día, lo cotidiano, sin caer en el lugar común o trabajar desde el lugar común?

Bueno, lo común es generalmente aceptado y yo muchas veces intento entrar en esos lugares y situaciones comunes para reventarlos desde dentro. Y para esto, has de transitar por ellos como un elemento más, sin afectar a su desarrollo. Hay que ser la perfecta infiltrada. Sólo así puedes hacer una vivisección de lo común, de la norma. Disparar a lo común, a lo generalmente aceptado, tiene un coste que yo asumo gustosamente. Y si trabajando así caigo en hábitos y lugares comunes, no tendré ningún problema en denunciarme a mí misma cuando me entere. Soy la primera en ser cáustica conmigo. O intento serlo, al menos.

 

Usted ha dicho que algunos de sus trabajos son alimenticios. Para pagar facturas. ¿No puede implicar hacer una obra que desvirtúe la profundidad de su trabajo, el tener que hacer concesiones?
Mis concesiones están medidas. Hay unos límites propios y personales que todo el mundo con cierta capacidad de observación del mundo actual y de idealización de un supuesto mundo utópico y deseable, debiera tener. Yo puedo hacer trabajos que no aporten nada a mi visión y misión particular como artista, pero en ningún caso irán en contra de esa visión. Eso no. Además, esos trabajos alimenticios permiten implementar también mi vertiente como artista, ya que me permiten obtener espacio, tiempo y condiciones suficientes para desarrollarla libremente y sin ataduras. Suelo estar contenta con mis trabajos alimenticios. Nunca restan y a veces incluso suman. Si pudiesen restar serían descartados ipso facto. Sin miramientos.

Usted colabora para gestar exposiciones en un espacio cultural, ¿qué criterio utiliza para seleccionar y montar una exposición?

Usted me presupone un criterio con esta pregunta y yo le agradezco sus buenas intenciones. Pero mis criterios a veces son como los principios de Groucho Marx. Tengo muchos y se los vendo a peso. Eso sí, son muchos, pero todos ellos buscan transmitir lo mismo. Si no trasladas o impactas no serán buenos criterios. Y tampoco estoy segura de esto que estoy diciendo. A veces los problemas no sólo están en el emisor sino también en el receptor. Para problemas irresolubles los de algunos receptores. Lo veo a diario en las redes.

 

Qué es Feminist Art del cual usted forma parte?

Feminist Art es un colectivo de amigas artistas y feministas que reivindicamos, como tantos colectivos feministas, el fin de un mundo rancio manejado por señores rancios que se creen superiores a, al menos, la mitad de la población mundial por el hecho de tener pene. Solemos desplegar nuestro arte en aquellos municipios y festivales de arte urbano que nos lo solicitan y lo hacemos de forma desinteresada, puesto que nuestra minuta va cien por ciento redirigida a causas feministas. Somos reivindicativas y ya hemos tenido algunos problemas con seres de neurona restringida, pero eso quiere decir que vamos bien. Para más información, visiten nuestras redes sociales.

 

Háblenos de su muestra Domestic Matters.

Domestic Matters es una de las series en las que yo vengo trabajando desde hace años. En ella intento denunciar el componente atávico que una serie de aspectos y tareas domésticas han ocupado en el universo femenino, limitándolo y coartándolo. Es una serie irónica y reivindicativa que tiene también diversas interpretaciones según las acepciones que, tanto en inglés como en castellano, pueden darse en ambas palabras. Recalco lo de la ironía y la reivindicación porque son aspectos ineludibles de ella y sin los cuales no tiene sentido. Por cierto, andamos escasos de ironía, el gobierno debería plantearse subvencionarla al igual que se hace con el gas. Falta tanta…

 

 ¿Hace alguna diferencia en su discurso el exponer en una galería o en un centro cultural?

No, en principio, no. Exponer en un lugar, sea museo, galería, centro cultural, la trastienda de una pescadería o la habitación de un amigo, exige llegar a una entente cordiale con el propietario de ese espacio. Si el propietario no es receptivo a unos mínimos básicos, no se expondrá y punto. Si el propietario es receptivo a esos mínimos y además quiere máximos, habrá exposición, risas, papas y cervezas. El caché del sitio no es relevante a dichos efectos, aunque puestos a elegir, a todo el mundo le gusta ciertos espacios de reconocido prestigio y visibilidad.

 

¿Cree que los museos están o estarán abiertos a recibir obras como las suyas?

Los museos deben estar abiertos a recibir todo tipo de obras. Tanto los privados como sobre todo los públicos. El hecho de que nos planteemos este tipo de preguntas es algo ya de por sí preocupante. De todas formas, no creo en el componente sacralizador de los museos. El museo da esplendor, eso es cierto, pero antes alguien ha limpiado y ha fijado.

¿Cuál es su opinión de las ferias de arte? ¿Sirven para comunicar su obra o es un escaparate más montado por el llamado mercado del arte? 

Sirven para esas dos cosas y para otras muchas. Sirven para comunicar y mostrar y al mismo tiempo no dejan de ser un escaparate de vanidades. Pero si se acude a las cinco a recoger a los niños a la salida del colegio cualquier miércoles por la tarde, también tenemos montado un tenderete de vanidades. Es normal. La vida está montada así y la gente no desconecta su ego ni sentada en el w.c.

El mercado está ahí, no podemos ni menospreciarlo ni subirlo a los altares. Haremos ferias en el futuro. Algunas serán maravillosas y en ellas conoceremos compañeros y público maravilloso y en otras perderemos el tiempo miserablemente. Como con todo.

 

¿Cómo es para usted trabajar con otro artista sea hombre o mujer?

Suelo exponer conjuntamente, suelo trabajar conjuntamente (el colectivo Feminist Art es un ejemplo) y casi siempre es una experiencia enriquecedora. Los artistas nos retroalimentamos e influimos entre nosotros desde siempre. La primera artista que dibujó un ciervo influyó sobre la segunda que dibujó un bisonte media hora después. A veces echo en falta más respecto hacia el trabajo ajeno, pero soy la primera que debería aplicarme esto. Evidentemente hay compañero/as de profesión a los que me gustaría darles de vez en cuando con un mazo de esos de batucada, pero bueno.

 

¿Cree que la fotografía ganó más espacio en su difusión o sigue siendo un arte sólo mirado, pero no tan difundido por galeristas, ferias, museos?

La fotografía, como el cine, son artes del siglo XIX con apenas siglo y pico de antigüedad y esto la condiciona frente a otros tipos de arte con muchos siglos a cuestas. Y qué decir de otras disciplinas del arte originadas, no ya en el XIX sino en el XX o este mismo XXI… Pero volviendo a la fotografía, es obvio que todavía no ha alcanzado el relieve como arte que dentro de un tiempo tendrá. Todo va muy lento en estos terrenos. Hay gente que se cree superior por haber ido a ver una obra de teatro mientras tú acabas de salir del cine. Tú has visto una obra maestra y sin embargo esa persona un engendro denunciable, pero se siente ufana y superior a ti. Así está montado el asunto. Con la pintura y la fotografía pasa tres cuartos de lo mismo.

 

¿Qué lugar tienen las redes en su actividad, sea Facebook, Instagram, etc.?

Las redes son maravillosas y lamentables al mismo tiempo. Fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos. Me sirven para estar conectada con amigos, público, clientes y también con gente deleznable. Me dan bastantes alegrías y algunos sinsabores. Las alegrías las riego y cultivo. Los sinsabores los corto de raíz.

Hay una inmensa tendencia a desacreditar todo aquello que no entendemos. Si mezclamos arte y redes, la evidencia es total. A menudo recibo comentarios sobre mi trabajo en tono jocoso que solo son divertidos para el que los hace. Hay tantas lecturas como lectores y en las redes sociales queda muy evidente la falta de cultura visual que existe.

 

¿Puede un artista, desde las redes, llegar a ser conocido, vender?

Sí, claro. Todo está tan en repentino cambio, que llegará un momento en que un artista sea conocido a nivel mundial sin haber sacado su obra del taller. Las redes conectarán su estudio y su trabajo con el mundo y no conoceremos ni su rostro. Está pasando ya. Pero somos seres sociales, incluso yo, y siempre habrá que volver al roce, al encuentro personal.

 

¿En España, es suficiente o deficiente el apoyo que el Estado da a las artes visuales?

En España no es suficiente el apoyo que se le da a cualquiera que tenga hechuras en cualquier disciplina, sea artista, científico, o cortador de jamón. Tenemos cracks en todas las disciplinas buscándose la vida miserablemente por estos mundos. Y el campo del arte es una de esas disciplinas. Las administraciones públicas se mueven por impulsos y siempre a caballo ganador. Un ayuntamiento puede premiar, condecorar y organizar una exposición a un artista famoso local, tras habérsele reconocido mundialmente. Diez años antes de eso, la policía municipal de esa misma localidad le impuso una multa, por la que tuvo que pedir ayuda a sus amigos, tras haber pintado un muro. Hoy en el área de cultura de ese ayuntamiento buscan los restos de aquel muro para exponerlos a la entrada del consistorio, en el hall principal. No sé si me explico.

 

¿En qué proyecto se encuentra?

No suelo centrarme en un proyecto. Manejo varios a la vez, cada uno en diferentes ciclos de sus fases vitales. A veces dejo proyectos inacabados que retomo mucho tiempo después. Domestic Matters es uno de los centrales en estos momentos, así como Plumarium Opus, Decorum, I Wil Treat You Like a Queen… pero no doy ninguno de los anteriores por acabados. Estoy comenzando una serie de retratos a sillas antiguas que bautizo a diario. Por otro lado, acabo de heredar parte de la dote de una mujer muy querida, cercana a la familia y recientemente fallecida, María Antonia Isósceles, personaje digno de estudio e inspiración. Ardo en deseos de intervenir todas esas labores minuciosas, hechas a mano con paciencia infinita. Mi mente a veces se convierte en una absurda pista de baile electrónico en la que bullen con ritmo machacón y machacante varias ideas y proyectos. Quizás convenga limpiar la mente y dejar que fluya algún proyecto de forma más natural, que nazca, se desarrolle y muera. O quizás no. Yo qué sé. Adiós.

 

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