Armando Salgado: la normalidad es otro campo de exterminio

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I

Cofre de pájaro muerto[1]

No fue sencillo elegir al ganador de esta III edición del Premio Joaquín Xirau Icaza. Los 15 trabajos recibidos eran casi todos de calidad y denotan un trabajo y un oficio literarios que demuestran que el nivel de calidad de la joven lirica mexicana no deja cabos sueltos, ni en el terreno de la estricta prosodia ni en el de la composición poética; tampoco, desde luego, en su forma de hacerse cargo y dar cuenta del estado del mundo exterior e interior. A la vez que no fue sencillo, también, fue una notable experiencia. En lo personal agradezco a la familia Xirau, es decir, a Ramón Xirau y Ana María Icaza de Xirau, el haber pensado en mí como un lector capaz de juzgar los libros enviados a esta III edición del Premio, auspiciado por el Fondo Patrimonial de El Colegio de México. También, agradezco a mis amigas Angelina Muñiz y Elsa Cross, la posibilidad de trabajar juntos en este tablero. El libro del joven michoacano nacido en Uruapan en 1985, es una obra singular y está escrita con las tintas de la experiencia vivida, soñada y leída. El mundo de los bosques y de los árboles, del mar y de los relámpagos, se desvela y abisma hacia los espacios del sueño, la muerte y la locura, que anda suelta por el mundo:

La realidad es un revés de locura

entre dos fronteras palpables:

el silencio y el sueño

como dice uno de los tres poemas dedicado al neurólogo “Dr. Oliver Sacks (1960)”.

Se da en esta arca de las aves insepultas una apremiante lección: la de no olvidar que entre el ecocidio, la deforestación, la guerra, la devastación y el parricidio y las tentaciones suicidas, relampaguea la esperanza. La forma en que Armando Salgado combina el verso y la prosa, la canción y la memoria, la música de la ciudad que tocan los zoológicos y la música que deletrean los bosques, se inscribe en una tradición lírica del despertar que cabría asociar con la pintura y la poesía románticas. Malcom Lowry, el pintor parricida Richard Dadd o entre nosotros Antonio Gamoneda o Antonio Cisneros. Cofre de pájaro muerto es un libro real y estremecedor que le cede la palabra a “Cherán: todos los árboles del mundo”, al silencio de los desaparecidos y los ausentes, a la frágil urdimbre que hermana a la humanidad con su entorno. Este ceder la palabra al bosque equivale a cederla a eso que se hace escritura en nosotros, Cofre de pájaro muerto, es un libro a la par ligero como el viento y pesado como las lapidas errantes de los insepultos.

Los árboles ciegos son ángeles quemados. (Incendio: agujas en el corazón del bosque).

 

II

Armando Salgado es también conocido como entrevistador y periodista. Desde hace unos años ha dialogado con numerosos poetas. Algunos de ellos tienen raíces indígenas. Me enteré de esto cuando un buen día, este muchacho con apariencia fresca e ingenua se me reveló como un viejo lobo del periodismo. Había entrevistado a una escalofriante cantidad de poetas como: Mikeas Sánchez, poeta zoque;  Rubí Tsanda, poeta purépecha; Cecilia Juárez Daniel Medina; Armando Alanís Pulido; Gaspar Aguilera; Saúl Ordoñez; Beatriz Pérez Pereda; Ibán de León; Balam Rodrigo; Julia Melissa Rivas y Manuel Parra Aguilar; Ana Belén López; Fernando Carrera; Ángel Vargas; Lucía Rivadeneyra; Sergio Pérez Torres; Ernesto Lumbreras;  José Agustín Solórzano; Jorge Ortega; Olga Gutiérrez-García. En el suplemento de La Jornada de Zacatecas llamado “La Gualdra”.

Es también autor de dos muestras poéticas: Parkour pop.ético (o cómo saltar las bardas hacia el poema), antología compilada con José Agustín Solórzano (SEP/DGESPE, 2017), y de La generación de la angustia. Poetas nacidos entre 1936 y 1985 (2018). Ambos proyectos perfilan sendos mapas poéticos de la República Mexicana. Parece una persona tranquila. Es en realidad tan infatigable como confiable. No me gustaría ser su empleado pero sé que puede ser un buen amigo. Me consta su puntualidad y generosidad. Ha trabajado como maestro en las infanterías de esa controvertida cruzada llamada Reforma Educativa. Él sabe, como pocos, lo que está ahí en juego entre pizarrones, bibliotecas, tabletas y teléfonos electrónicos… Es también un escritor de cartas. Algún día pienso que sería interesante publicar algunas de las que me ha enviado. Ojo. No son mensajes electrónicos de tres líneas. Armando Salgado escribe verdaderas cartas.

 

III

Tierras altas de Mato Grosso

Atlas de paisajes íntimos y diaporama de escenarios de la historia y sus expoliaciones, barómetro de palabras hechas para medir atmósferas presentes, pasadas, prehistóricas, acaso futuras: entre México y Turquía, Constantinopla, Armenia, Grecia y las tundras urbanas de Manhattan, Usamérica y Europa, Asia, China, galería de retratos de personas amadas o presentidas, instantáneas de la experiencia desgarradora del saber escribir en un mundo de sordos y ciegos, libro de viajes en el espacio y en el tiempo, bitácora de formas sintácticas, articuladas entre la poesía y la guerra, la geología y la experiencia, de las viejas tribus sin maíz. Poesía en diálogo con su tiempo y abierta al diario acontecer, testimonio y constancia de un haz de lecturas que van de William Carlos Williams, a Joseph Brodsky, Alessandro Baricco, Aldous Huxley, Antonio Cisneros, Gao Xingjian, Enriqueta Ochoa, entre muchos otros. Ojo: el poeta sabe describir personajes y mirarlos a los ojos, llamarlos por los nombres secretos de su figura de arcilla. Tribu de hormigas, también enjambre de luciérnagas, ”Matriz del relámpago”. Cuidado: el poeta te mira desde los paisajes que arma y finge, que respiran a través de él. LSD. Los ojos del poeta saben entonar salmos por los genocidios (Armenia, 1915) y exterminios, los asedios, la guerra, la desolación y lo inconcebible sin perder el equilibrio que le permite nombrar. Simpatía y compasión a través del tiempo y del espacio. Mapa hecho de brújulas, cofre de guías para que el sobreviviente no olvide cómo se respira en silencio y desde el silencio… Y ante todo, la escritura del poema. En Tierras altas de Mato Grosso el tamaño de la esperanza cubre la tierra. “Esto de vivir en un pequeño corazón no es bueno para la salud”. El poeta aspira un aire titánico, el poeta no trabaja aquí como el historiador sobre la lava hecha piedra de los documentos congelados. Pone las manos en el fuego y habla de la devastación y el genocidio, pero, al hacerlo, no puede dejar de pronunciar las palabras del amor.

 

IV

El título Tierras altas de Mato Grosso haría pensar que se trata de un libro de viajes por el Brasil. No es así. En esa demarcación —dice un epígrafe en la página 15— se encuentran “más de mil pinturas rupestres en el Mato Grosso”. Esas pinturas hacen ver que entonces no se imaginaba siquiera “la existencia de un método para crear un gran número de personas idénticas a partir de un mismo óvulo”. Existía el amor o si se quiere el sexo natural. En Tierras altas de Mato Grosso se da un dialogo y un contraste entre la prehistoria y lo que podría llamarse la posthistoria, ese momento —el actual— en el cual la tecnología lleva al hombre a romper con las condiciones en que originalmente se desarrolló. Tierras altas de Mato Grosso abre con un epígrafe del poeta norteamericano William Carlos Williams: “¿Podremos librearnos de esa edad moderna y aprender a respirar de nuevo?” El libro se podría leer como un exorcismo y una invitación crítica a interrogar y purgarse de la modernidad a partir de una pregunta no dicha pero insistentemente desplegada entorno al amor. El libro se divide en seis partes: Bokanovsky, Vieja tribu sin maíz, La tribu de las nubes, Tribu de hormigas, Protocolo de Estambul y Teoría del conflicto.

El argumento o la idea rectora de la obra gira en torno al proceso de desertificación, a la instrumentación de la crueldad, a las preguntas por el genocidio y la robotización. La prehistoria y la posthistoria abren su compás interrogante declinando casos y episodios de lo terrible. Se da de paso una exploración estricta de los modos de enunciación: más que el monólogo, el diálogo, el coro. El poeta es proteico, se entrega a una continua metamorfosis que es también exploración de la historia y de sus fronteras, de sus duelos. Tierras altas de Mato Grosso es un libro abierto al mundo, a la humanidad pasada y presente, a la realidad de las migraciones y de los exterminios. Pero se abre desde la luz o desde la búsqueda de una visión que desconfía de las apariencias: “la normalidad es otro campo de exterminio” (p. 75). La irrealidad del exterminio y del conflicto, del genocidio, impulsa al poeta a darle voz y realidad a través del poema que hace suya la voz del desamparo y los desamparados, de los que no tienen papeles ni techo, y han perdido su tierra de origen: Turquía, China, Armenia, Estambul, Constantinopla: la contemplación del conflicto, el repaso de la sucesión de las heridas que se abren en el cuerpo de la historia cimbrada por las guerras interétnicas tanto como por el avance la automatización y del desierto que crece entre los pueblos y entre las tribus. La disidencia y la valentía y el fervor van repasando en este tiempo cosmopolita del Mato Grosso la escritura de una historia ávida de pluralidad y encarnación de lo plural. La experiencia de la muerte se da como algo paralelo a la experiencia de las drogas: se menciona el ácido lisérgico (LSD) y a Aldous Huxley. Todo el tiempo se abren y cierran, junto a las puertas de la percepción, las Tierras altas del Mato Grosso.

 

V

Unos días antes del acto, una simpática aprendiz que hace su servicio social para la Dirección de Literatura de Bellas Artes me pasó un cuestionario. Me permito incluirlo aquí:

  1. ¿Cuál fue la primera impresión que tuvo al leer esta obra?

Mi primera impresión fue de vértigo. Como si de pronto me hubiesen subido a una Montaña Rusa. También de familiaridad, como si cada poema o cada texto me proporcionase una sensación de “cosa ya vista”, de deja vu. Una sensación de estar leyendo algo nuevo, inédito. La conjunción de esas dos impresiones simultáneas —movimiento y fijeza— es algo raro que hacía mucho no experimentaba.

 

  1. ¿Cuál diría que es el aspecto más relevante y elogiable de este poemario?

Lo primero es que se trata de un conjunto, de una construcción, sabiamente levantada, de una casa o de un hábitat, lo segundo es la diversidad de formas que busca armonizar en el crisol de su fragua —el diálogo, el reportaje o crónica periodística, las viñetas narrativas, la instantánea poética, la apuesta por un ejercicio de la imaginación que no está desprendido de una búsqueda de lo real —la exterminación, la migración, el desarraigo, la tortura, el amor…

 

  1. ¿A qué público considera usted que está dirigido este texto?

Pienso que si el poemario fuese una película, la clasificaría como una cinta para adultos… o para lectores ávidos de adentrarse en un lenguaje dispuesto atravesar las puertas de los sentidos, sin por ello pasar a una sintaxis en desmoronamiento y deconstrucción.

 

  1. En su lectura, ¿pudo detectar alguna referencia alguna otra obra o autor? ¿Cuál o cuáles?

Aldous Huxley. William Carlos Williams, Cesar Vallejo, Jaime Sabines, Alessandro Baricco, Antonio Cisneros, Enriqueta Ochoa, Joseph Brodsky, Gao Xingjian, Nazim Hikmet, Charles Simic, Michel Basquiat, la Biblia, el Libro del Tao y, aunque no los menciona, Georges Bataille, Alfredo López Austin y los estudiosos de la prehistoria como André Leroi-Gournhan…

 

  1. ¿De qué manera participará usted el día del evento?

Lamentablemente, no podré quedarme sentado escuchando la lectura de los poemas de Armando Salgado ni mirando a las tribus de las hormigas. Tataré de dar lectura a unas hojas de las cuales estas respuestas podrían ser un borrador. También recordaré que tuve la fortuna de conocer al autor a través de su libro Cofre de pájaro muerto, cuando tuve el honor de ser jurado del Premio de Poesía Joaquín Xirau 2015.

 

  1. Usted describe esta obra como “un Atlas de paisajes íntimos y diaporama de escenarios de la historia y sus expoliaciones, barómetro de palabras hechas para medir atmósferas presentes, pasadas, prehistóricas, acaso futuras: entre México y Turquía, Constantinopla, Armenia, Grecia y las tundras urbanas de Manhattan, Usamérica y Europa, Asia, China”

A partir de esta descripción suya, ¿Cómo es que estos versos pueden construir un puente o relación entre sitios tan lejanos entre sí?

Buena pregunta. El libro es en realidad una suerte de mapa-mundi de la disidencia y del dolor, de los genocidios pasados y acaso actuales, una tabla de las soluciones (finales) y de las disoluciones y desilusiones, un mapa de las migraciones que van y vienen. El libro se levanta como una triple frontera que es preciso desafiar desde la experiencia, el sueño y la solidaridad… Tierras altas de Mato Groso se despliega como una tapicería de grafitis dibujados en la caverna por antonomasia que es el cráneo del lector…

 

VI

Tierras altas de Mato Grosso es un libro que se puede leer de varias formas, de la misma manera en que los grafitis de las pinturas rupestres podían servir como guía para cazadores o sembradores, pizarrón para aprender los primeros trazos mágicos, escaparate para analizar la personalidad del dibujante. De hecho, esta última lectura sería la más interesante. Es la lectura que no he hecho: ¿a qué se parece el rostro del autor capaz de escribir estos poemas?

 

[1] Armando Salgado, Cofre de pájaro muerto, solapa de Rodrigo Balam, UNAM, Coordinación de Difusión Cultural, Ediciones de punto de partida núm. 14, México, 2014, 103pp.