Agustín Cadena: El silencio del Sátiro

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Cadena, Agustín, El silencio del Sátiro. Una lectura crítico-biográfica de Efrén Rebolledo. Editorial Elementum, México 2025, 120 p.

En Hidalgo, el Premio Estatal de Poesía lleva el nombre de Efrén Rebolledo. Junto con Margarita Michelena y Ricardo Garibay, forman la triada de escritores que la tradición y las autoridades culturales estatales reconocen como sus autores más célebres, razón por lo cual los premios literarios que otorgan llevan sus nombres. Cada uno de ellos fue más que poeta, traductor o cuentista, aun cuando sirven para etiquetar los premios de poesía, de traducción y de cuento, respectivamente. En cada uno de los casos, el Estado ha coeditado las obras completas o reunidas de estos autores. Por lo anterior, podría pensarse que hoy son leídos, pero la realidad parece no dar fe de ello. Así, ¿qué busca un autor como Agustín Cadena para volver a quien nació en Actopan llamándose Santiago Procopio y murió bajo el nombre de Efrén Rebolledo?

El autor de El silencio del Sátiro. Una lectura crítico-biográfica de Efrén Rebolledo nos comparte al inicio de este libro: “El misterio es ¿por qué un escritor reconocido, famoso, sin problemas económicos, sin enemigos fuertes entre sus colegas, sin dificultades para encontrarle editor a cualquier cosa que estornude, muere a la vida literaria antes de morir a la orgánica?”.

Agustín Cadena, nacido en Ixmiquilpan, Hidalgo, ganador del Premio Estatal de Poesía Efrén Rebolledo en 2011, presenta en El silencio del Sátiro… un estudio biográfico del poeta, el cual divide en 16 capítulos que intercalan la exposición y análisis de la obra y vida de Rebolledo, con cuatro cuadros y un “A manera de epílogo” que se sirven de la ficción para alumbrar las etapas que desconocemos de la vida del actopense.

El libro hace una reconstrucción histórica y cultural de la época en que Rebolledo vivió en Hidalgo, cuando marchó a la Ciudad de México a estudiar en la Escuela de Jurisprudencia y cómo se integró al servicio diplomático en Guatemala, España, Japón y Noruega, es decir, la travesía que va de 1877 a 1929, año de su muerte. En medio queda la Revolución Mexicana y un silencio de Rebolledo respecto a esta problemática nacional; también se adivina la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias en el cuerpo diplomático mexicano; asimismo, podemos leer las visitas a burdeles y el libertinaje que experimentaron los poetas decadentistas mexicanos, y cómo hicieron del cuerpo de la mujer y de su cabello un fetiche que trasuda en su obra literaria.

Cadena realiza un seguimiento cronológico que permite comprender las manías y actitudes de Rebolledo. Estas páginas son un retrato que desmonta al autor y lo presenta como un hombre que visita burdeles, que busca invisibilizar su pasado pueblerino, que es refinado y tiene una amplia cultura: “No le gustaban los cambios; en el fondo, tampoco los experimentos. La rigidez de su expresión demostraría extenderse a otros aspectos de su vida: su posición política, sus ideas sobre el amor y la sexualidad, sus cánones de belleza. Era un hombre intransigente, capaz de juzgar con dureza a otros y a sí mismo”.

Por otra parte, los “Cuadros” en que Cadena recurre a la ficción para adentrarse en la psique de Rebolledo y para completar esas etapas de las cuales no dejó rastros, profundizan desde la escritura literaria en un personaje que en ocasiones parece inasible. Si bien es un ser maniático y de costumbres, no se explican algunas de sus actitudes ante la vida (por ejemplo, el hecho de evitar una vida de casado o de encontrar en una mujer noruega a esa con quien compartirá su tiempo y que parece no concentrar ninguna de las características que hasta entonces ha buscado en otras mujeres).

Narra Cadena sobre Rebolledo: “A los cuarenta y tres años, un hombre no es viejo, pero él empezaba a sentir que su juventud le pertenecía cada vez menos”. Es entonces cuando llega a Cristianía (hoy Oslo); un año después nace su primer hijo, Thor, y cuatro meses más tarde se casa con Thorborg Blomkvist. Es en ese momento cuando empieza el ocaso del sátiro, pues deja de escribir poesía, se olvida de las letras y, al final, le viene la muerte.

Dice el poema de Rebolledo en que parece inspirarse el título del libro, “La vejez del sátiro”: “Hoy el soplo glacial de los inviernos / ha doblado las puntas de sus cuernos, / su flauta de carrizos está muda / y lleno de pesares y congojas, / al mirar una náyade desnuda / suspira de impotencia entre las hojas”. Ya ha pasado el momento de animar “las florestas sosegadas”, de desflorar las “pudorosas hamadriadas” y correr “tras las ninfas asustadas / a la par de los centauros garañones”, como también señala el poema Y, ante la cotidianidad de la vida diplomática, ya como padre de tres hijos, como el esposo que no logra transmitir su lengua y los honores que le conceden sus pares que hablan español, el poeta de Actopan va empezando a quedarse en silencio. Aunque decir esto es injusto, tal como reconoce el autor de este libro: “Estaba consciente de que en algún punto entendía mal al poeta, pero no podía ubicar en mi libro ese punto y ya llevaba más de quince años escribiéndolo. No quería seguir teniéndolo en el cajón”. Así, llega un descubrimiento que tras leerlo le da sentido a todo lo que ha conseguido Agustín Cadena con este libro: no sólo rescata a un autor notable, le da vida y lo actualiza; también desbroza una vida que parece siempre quedar oculta debido a las temáticas que abordaban los modernistas y decadentistas.

Este libro es una forma de ir a Rebolledo y hacerlo vibrar al ritmo de una época diferente a la suya, una donde a pesar de que existe un premio que lleva su nombre parece no haber interés en leerlo más que de forma sesgada. También, hay un retrato de un autor hidalguense que deja el terruño, que cambia de nombre, que viaja a la Ciudad de México y se encuentra por primera ocasión con quien realmente es, y después vienen los viajes y la creación de su literatura en el exilio, en donde tiene la tranquilidad para sentarse a escribir. Rebolledo es ese autor que vuelve y tiene reconocimiento y por ello mismo publica libros, acude a tertulias. Y al pensar en ello habría que interrogarse qué tanto esta vida resulta paralela a la de Agustín Cadena, quien tiene una trayectoria semejante e, incluso, buena parte del año habita en Hungría.

Este libro confirma los temas que Cadena ha explorado a lo largo de su carrera literaria, una de las más sólidas en Hidalgo. Además, rescata a Efrén Rebolledo y lo pone al alcance de nuevas generaciones. El contenido tiene la virtud de profundizar en fuentes bibliográficas, pero presenta el tema de forma divulgativa, con metodologías que ningún investigador académico se atrevería (como la consulta a médiums). Tras la lectura de El silencio del sátiro surge la necesidad de ir al poeta de Actopan, y esto tal vez sea el resultado mayor de un ensayo biográfico. Agustín Cadena lo ha conseguido de la mano de su buen oficio escritural.