Colegio de payasos

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Norman Manea, Sombra exiliada: novela collage

Traducción de Marian Ochoa de Eribe

Galaxia Gutenberg, España, 2022, 321p.

 

El sobreviviente nómada de un feo siglo

La clave del último libro de Norman Manea parece esconderse en el medio en serio, medio en broma, subtítulo: A novel in collage. Pues “collage” no es sólo el rasgo visible más atractivo, sino también su núcleo y matriz más profundo. Manea ha tenido siempre inclinación por la escritura experimental, pero rara vez ha experimentado más abiertamente, y con mayor inequívoco deleite que aquí. Sombra exiliada: una novela en collage (Umbra exilată: Roman Colaj) es una audaz combinación de ficción, memorias disimuladas, erudición (histórica, literaria, científica), ensayo estudiantil, entradas de diccionarios, noticias, y todo lo que se quiera. Autores tan diversos como Adelbert von Chamisso, Thomas Mann, Máximo Gorky, Paul Celan, Junichiro Tanizaki, Elie Wiesel y Antonio Domasio hacen su cameo en forma de extractos de sus trabajos distribuidos generosamente por todas partes. La abrupta transición de ficción a no-ficción, del discurso académico al diálogo informal, para no mencionar los constantes brincos en el tiempo y en el espacio, se suman a la singular fisionomía del libro, lo mismo que a la desorientación del lector. Pero la implausible construcción de alguna manera se mantiene unida gracias al núcleo temático dual alrededor del cual está construida: el exilio y la sombra.

El exilio y las sombras son representaciones tanto de fragilidad como de insustancialidad. Cuando las dos se encarnan en la misma persona la precariedad resulta exacerbada. La sombra exiliada es una exploración en profundidad de esta precariedad, una aflicción que parece, según Manea, afectar a los judíos en particular, al ser la combinación de la vida en la sombra y el exilio una condición familiar judía a lo largo de la historia.

“La sombra”, escribe Manea, es una “reflejo del estatus social, que representa el espacio que ocupamos en el mundo.” Una sombra es a la vez presencia y ausencia, lo que la hace fluida y ambivalente y, por lo tanto, un símbolo poderoso, de ahí su impresionante empleo en literatura, desde el mito de la caverna de Platón hasta Elogio de las sombras de Tanizaki (1933). El epónimo héroe de la novela de von Chamisso, Peter Schlemihl (1814) –un hombre “sin sombra”, un paria y judío errante, frecuenta la trama de Manea. Aquí, Schlemihl es la singular obsesión, inspiración y alter ego del anónimo protagonista. Él, como Schlemihl, parece ir sin sombra por el mundo. Él, también, es un alborotador, un paria, un nómada. Huyendo del totalitarismo de su nativa Rumania, nuestro héroe escapa, dando un rodeo por Berlín, a los Estados Unidos, donde se convierte en profesor de un ficticio “colegio de payasos” –el Buster Keaton College– un empleo apropiado para alguien con un doctorado en “historia del circo”. De inmediato nos acordamos de la novela previa La guarida (Vizuina, 2009) y de uno de sus primeros volúmenes, Payasos: el dictador y el artista (Despre Clovni, 1997). Más significativo, tal vez, es que la trama novela su propia biografía. A mediados de los años 80, Manea emigra de Rumania, vía Berlín, a los Estados Unidos, donde acaba enseñando en Bard College. (Por añadidura, el protagonista también es llamado en el libro el “nómada misántropo” o –“NM” para abreviar.)

A pesar de este resumen, el argumento no es fácil de precisar; es, sin excusa, extenso, caprichoso e idiosincrático, cuando no interrumpido por secuencias de sueños y alucinaciones –técnicas favoritas de Manea vistas principalmente en El sobre negro (Plicul Negru, 1986). Conforme se avanza en el texto, uno se siente impactado por la sensación de estar en un lugar profundamente extraño, como si se estuviera atrapado en un laberinto. Este efecto es absolutamente intencional. Sombra exiliada es entrecortada, desconcertante, y estas imperfecciones están en consonancia con el tema: un mundo fundamentalmente retorcido revelado en la sombra de la Shoah. Al tratar de describir Auschwitz en Si esto es un hombre, Primo Levi se dio cuenta de que no existe un lenguaje para expresar la “demolición del hombre” que tuvo lugar ahí. La narrativa fragmentaria, desarticulada, nada bella, de Manea comparte esta reconocida inhabilidad para plasmar la total fealdad del siglo veinte, con su desarraigo y exilio, deportaciones y deshumanización, gulags y campos de exterminio. Esta aproximación ejerce una significativa presión en el traductor. Carla Baricz [la traductora al inglés]ha hecho un gran trabajo.

Sombra exiliada no es sólo un collage de referencias a –y fragmentos de pasajes de– otros autores, sino un rico palimpsesto en el que mucho de la obra previa de Manea hace su aparición. Es como si las obsesiones de toda la vida del autor hubieran convergido para una última presentación. La quinta imposibilidad: ensayos sobre exilio y lenguaje (2012) [o en la edición en español: judaísmo y escritura (2015)] con su amplia gama temática, fue una prefiguración. Sombra exiliada lleva a su conclusión mucho de lo comenzado y dejado sin terminar en el trabajo anterior de este singular autor, ahora de 87 años. En esta “novela en collage”, Manea se revela como uno de los últimos grandes testigos de la barbarie del siglo veinte, junto a figuras como Levi, Jean Améry, Elie Wiesel, Tadeusz Borowski, Varlam Shalamov y Alexsandr Soljenitzin.

El Holocausto fue, para Wiesel “la última suprema manifestación del exilio”, una inquietante frase que Manea recoge en este collage. El propio exilio del autor comenzó en 1941, cuando Rumania era gobernada por Ion Antonescu, aliado de Hitler, y los judíos de Bukovina (norte de Rumania) fueron deportados al campo de concentración de Transnistria (hoy Moldavia), rebautizada aquí como “Trans-tristia”. De cinco años de edad en ese momento, Manea iba a pasar los siguientes cuatro años de su infancia en terribles condiciones, junto con su familia ampliada. En sus memorias El regreso del húligan (Întoarcerea huliganului, 2003), quizás el mejor libro de Manea y uno de los más importantes de la literatura rumana, llama a este primer exilio el comienzo de su gran “Iniciación”. “A final de cuentas, después de cuatro años, el número de caídos fue de casi la mitad de los que habían sido entregados a la gran anulación. Yo estuve entre los afortunados sobrevivientes.”

Manea también sobreviría al régimen estalinista de Rumania que siguió al de Antonescu. Lo que eso entrañaba era el “exilio interior”: la necesidad de retirarse a su propio mundo privado. A mediados de los 80, hacia el final del régimen de Nicolae Ceaușescu –que siguió al estalinista de Gheorghe Gheorghiu de los 50– Manea decidió darle a su larga aventura amorosa con el exilio todavía otro giro: “mi exilio, el cual comenzó a los cinco años de edad debido a un dictador y su ideología, cerró el círculo a la edad de cincuenta gracias a otro dictador y otra ideología que alegaba ser opuesta a la de su predecesor”. A una edad en la que otros podrían estar pensando en jubilarse, Manea fue al exilio nuevamente, esta vez reinventándose a sí mismo desde cero en otro lugar y en otra lengua. Fue en Estados Unidos que los lectores fuera de Rumania conocieron por fin a este escritor y su trabajo.

“El exilio comienza en el momento en que uno es expulsado del útero”, escribe Norman Manea al comienzo de su nuevo libro. Y en verdad ha cerrado el círculo. Un profundo tratado metafísico sobre el exilio, Sombra exiliada es la conclusión natural a una larga vida de experimentación y desarraigo, auto deconstrucción y recreación –de bailar al borde del abismo.

 

(Esta reseña apareció originalmente en el TLS del 22 de septiembre de este año. Se publica con la autorización del autor.)

 

Traducción de Armando Pinto