No siempre es la literatura (sin spoilers)

1585

Ediciones La gota de agua ha publicado Las moscas verdes, del escritor cubano José Abreu Felippe. Las moscas… es un volumen de crónicas estructurado en dos partes: “Crónicas antes de la Guerra de las 1000 bombas” y “Crónicas después de la Guerra de las 1000 bombas”. Nueva apuesta del autor por la ciencia ficción, quien ya había coqueteado con el género en sus novelas y colecciones de cuento.

La historia narra ciertos acontecimientos de orden distópicos que se ubican en un espacio físico que nos resulta familiar desde el comienzo, aunque estos suceden en el futuro, no importa cuán distante.

El libro nos hace pensar en una suerte de novela condensada en la que cada crónica anuncia el túnel hacia alguna posible subtrama. El hecho de apostar por la crónica-cuento tiene muchísimas ventajas en cuanto a libertad narrativa. Se trata, más que todo, de seguir el pulso de un universo (el creado por Abreu Felippe) a través de fabulados reportes y desde variadísimos ángulos, perspectivas, personajes, sucesos amén de sentirlo, el tal universo, en toda su viveza.

Después de la lectura de Las moscas… la pregunta cae por su propio peso: ¿Qué hace diferente a este libro? Lo primero que salta a la vista en cuanto originalidad o diferencia son sus genealogías. Pensamos, ante todo, en Las crónicas marcianas de Ray Bradbury, referencia obligada del género. Sí, ahí está el gran escritor, la devoción de Abreu Felippe por el maestro, y diría que por el género, es notoria. Y más que válida, ¿por qué no?

La otra es de índole totalmente moderna, tan moderna como puede serlo el presente y el futuro inmediato del autor. O sea esta noche. No referimos al Streaming, el interminable paseo por las plataformas a la caza de películas y series de televisión en que se ha convertido parte significativa de nuestras vidas. Paseo cuya finalidad es el desatado consumo de materiales audiovisuales en solitario o selectiva y escasamente en compañía. Dicho con palabras del humoristas español Juan Carlos Ortega el “atracón de series”. Nuestro hartazgo de Streaming de cada día, cosa que habla muy mal, o que deja bastante que desear, de los tiempos que corren.

Por otra parte, si pensamos en la desconcertante “Happy Flight”, la crónica que inicia Las moscas… valdría la pena destacar que se trata de una pista importante que será el norte del libro y que realza su valores extratextuales: todo el tiempo Abreu Felippe está hablando del presente. Es parte del sentido artístico y de significado de la ciencia ficción. El futuro y el mundo tecnológico, totalmente verosímiles, recreados por el autor reafirman como realidad y ciencia ficción van acercando fronteras gracias a la tecnología. No hay nada de lo que Abreu Felippe diga en Las moscas… que no esté anunciado ya, lo mismo científica que socialmente. Hoy día no hay necesidad de jugar a ser agorero. Todo eso revaloriza el género literario en algo que va siendo común de estos tiempos: las distopías. Soy de la opinión de que las distopías, tan de moda, vienen a ser la respuesta más acabada del arte en medio de la avalancha de malas noticias que tampoco cesamos de consumir. A la vez este consumo nos prepara a nivel neurocientífico para las calamidades que vienen. Siempre ha sido, es una lección de evolución. Entonces es normal que creemos distopías que muchas veces parecen estar a la vuelta de la esquina. Que no son otra cosa que metáforas del desencanto, o dicho de otra manera el viaje de las inquietudes a las inquisiciones.

Que las invenciones de Abreu Felippe parecen sacadas del “atracón de series” no tiene discusión. Su recreación de un mundo divido en el mundo de los ricos, conformado con los despojos que restan de los Estados Unidos, luego de una cruenta y rápida guerra, que coexiste con lo que queda de la Cuba postcastrista, nos remite a películas y shows de televisión vistos o revisitados.

No obstante, regresamos a la cuestión inicial: ¿Qué hace diferente a Las moscas…? ¿Por qué pensamos que el libro merece una reseña o la sugerencia a los lectores? La clave es una sola: el despliegue del mundo espiritual del autor. El mundo espiritual de Abreu Felippe trasciende su imaginación e intelecto. Es la pista para comprender la forma en que el escritor se replantea su escritura. Conectado a las plataformas, emerge este íntimo universo que se ancla en su experiencia vista también como genealogía, personal en este caso. Y quizás sea esto lo más significativo, lo realmente fascinante de Las moscas… Abreu Felippe no solo nos habla del presente en clave cifrada, sino de la carga autobiográfica y sutil del libro. Lo vivencial-familiar regresa una vez más en Las moscas… como si toda la obra del autor estuviese condenada a un único tema: su saga íntima y familiar. Como si escribir fuera para él un juego de posibilidades infinitas a partir de esa sola ficha: eso es grande. Es grande porque es honesto, no narcisista, honesto de manera dolorosa y valiente.  Y a medida que lo vivencial va develándose en Las moscas… el ritmo narrativo se vuelve trepidante hasta alcanzar un punto épico alucinante hacia el final del cuaderno: esto es Barrio Azul, esto es La Habana de No le digas adiós a la virgen, aquello es la Yuma a donde fueron a parar los estigmatizados del Mariel, son simplemente las cicatrices de la vida de un hombre.

José Abreu es un hombre afortunado. No hay un libro abierto a la vista. Apaga el televisor. Luego del último capítulo, de la última season, regresa al siglo XIX o XX. Ahora lo ocupa la escritura, la saga familiar.

Abreu Felippe, Las moscas verdes, Ediciones La gota de agua, 2021,128p.