El brillo labrado por Raduan Nassar

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En la historia de la literatura hay muy pocos casos como el de Raduan Nassar.

Escribió tres libros de culto y luego se fue a vivir a una granja, donde trabajó durante 25 años, lejos de la fama y del prestigio literario. En 2010 regresó de su retiro solo para donar las 643 hectáreas de su finca a la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar) y reavivar su leyenda.

En la cultura mexicana, el patrimonio es estatus. Y el estatus se defiende con uñas y dientes, a veces, a costa de ideales o la dignidad misma. Nadie nos ha enseñado a desprendernos de él. La vida sin bienes es inadmisible, ilógica, indeseable. En México no existe paragón. Sí, algunos escritores han donado sus bibliotecas, sus colecciones o su obra, pero su patrimonio nunca.

“No hay creación artística o literaria que se compare a la cría de gallinas”, dijo alguna vez Nassar en una entrevista, a pregunta expresa de su decisión de aislarse del mundo. Para el panorama literario actual, la sola idea de abandonar la vida pública es una locura, un suicidio cultural, un salto al vacío.

La granja Lagoa do Sino, valuada en 3 millones de dólares, no costaba eso cuando la compró en el año de 1984. Tardó seis años en ver resultados. En ese tiempo, comprobó que la mejor ayuda para sus 643 hectáreas de tierra, no provenía de agrónomos y técnicos que fueron llevados hasta su granja. Nassar empezó a conversar con los granjeros vecinos, con los peones y la gente de la región. Descubrió que el empirismo, basado en experiencias concretas de los productores locales, aportaban más que la academia.

La producción agrícola se concentró en los cultivos de arroz, avena, maíz, soja, trigo y frijoles, pero también practicó la ganadería, aunque en menor escala.

Empleó de manera permanente a 10 trabajadores, con los mejores salarios de la región. Antes de hacer la donación, repartió entre sus colaboradores una parte de la propiedad. El resto fue donado a la UFSCar (luego de que no pudiera cederla a la Universidad de São Paulo por cuestiones legales), con la condición de incorporar en la plantilla a sus exempleados.

Pero eso no fue todo, por la donación, Nassar tuvo que pagar 120 mil dólares ante la usencia de incentivos fiscales para casos como este.

Durante el acto de entrega, Raduan escuchó de uno de los profesores la gran motivación que fue para la universidad su gesto de desprendimiento. La respuesta de Nassar fue: «sólo devuelvo a la comunidad lo que de ella recibí».

Por el lado literario, la fama de Nassar no es menor. Es uno de los escritores más admirados y respetados de Brasil. Juan Pablo Villalobos, escritor mexicano que asumió el reto de traducirlo al español para la editorial Sexto Piso, afirma que Nassar es considerado como una de las figuras brasileñas del siglo XX, “su aislamiento ha contribuido a este prestigio. El hecho de que haya estado durante décadas alejado totalmente del mundo literario y cultural ayudó a una especie de aura y de misterio hacia su figura”.

Villalobos explica que cuando Nassar volvió a ser noticia, fue con el tema de la donación de su granja, a los trabajadores y a la universidad, “esto le prodigó otro tipo de respeto, uno más allá de lo literario, un respeto en términos humanos”.

Las dos novelas de Nassar se publicaron en Brasil en la década de los años 70. Aunque fueron llevadas al cine, en un principio sus ventas fueron relativamente malas. Uno de sus editores afirma que un día Nassar lo llamó para comprar todos los ejemplares de su primera novela para guardarlos en su casa, donde acabaron carcomidos por termitas. Con el tiempo se convirtió en un escritor de culto. Luego, en los años 80, mientras se traducía al francés y al alemán, Raduan se fue a vivir a su granja.

Villalobos sostiene que en años reciente ha vivido una especie de rescate, sobre todo por su ingreso al idioma inglés, “la traducción de Un vaso de cólera estuvo en la longlist del Man Booker International 2016. Como en el mundo anglosajón la cuestión de los premios da mucha visibilidad, hizo que la figura de Raduan Nassar apareciera como algo importante. Además, en ese año obtuvo el Premio Camoes (que es el equivalente al Premio Cervantes), lo cual reavivó el rescate de su figura, tanto en Brasil como en otros países”.

La edición de Sexto Piso no es la única en español. En 1982, Mario Merlino lo hizo para Alfaguara bajo el título Labor arcaica. En 2005, se reeditó bajo el sello Punto de lectura.

Ahora, Juan Pablo Villalobos tomó el reto de traducir a Nassar, luego de haber hecho lo propio con otros escritores brasileños para Sexto Piso. Primero fue Un vaso de cólera (2016) y ahora tocó el turno a Labranza arcaica (2018).

Villalobos, ganador del premio Herralde 2016 con la novela No voy a pedirle a nadie que me crea, reconoce que la traducción de Labranza arcaica fue un proceso agotador en términos mentales y emocionales, “es un texto que exige una tensión y atención muy demandante. Tengo cierta experiencia como traductor y estoy acostumbrado a cierta ‘velocidad’. Lo que generalmente puedo traducir en un día, con este libro era absurdo. Iba muy lento. Cada dos líneas tenía que detenerme, ya sea para pensar en qué palabra usar, o buscar un giro que lograra esa intensidad poética, ese juego de palabras o esos tonos. Algo que imitara la música, el ritmo de cada frase”.

El autor que debutó en la editorial Anagrama con Fiesta en la madriguera (2010) confiesa que al término de la traducción, fue tanto su desgaste, que reflexionó seriamente si continuaba o no con esta labor.

Labranza arcaica es una novela breve que cuenta la historia de André y su familia en un ambiente netamente rural. André guarda un oscuro secreto que lo llevará a huir de la casa paterna. Está construida en capítulos cortos y en apariencia se percibe un libro inofensivo.

No es así.

A Nassar le bastan tres renglones para condensar imágenes que a otros autores le llevarían hojas y hojas. Cada palabra, cada adjetivo, cada alusión, está colocada con precisión científica para sacudir al lector. Porque hay que dejarlo claro, nadie saldrá ileso de Labranza arcaica.

Pese a la sencillez argumental y a su tamaño, es un libro de lectura lenta, de relectura continua y de perturbación constante. Por aquí desfilará la desobediencia al padre, la desunión familiar, la zoofilia o incluso el incesto. Pero tales imágenes no desfilarán con claridad ante nuestros ojos, no. Será necesario intuir, descifrar o interpretar el mensaje “oculto” en la sintaxis, en la orfebrería narrativa llevada al límite. Nassar consigue una prosa densísima, espesa y muy poética.

Asimismo, paralelo al nivel narrativo (un nivel que deslumbra en cada relectura), hay desafíos morales en cada capítulo, hay disyuntivas éticas, hay problemas básicos, tratados con un nivel estético pocas veces visto. Por eso, leer a Nassar significa terminar exhausto, con el corazón atutuñado y la certeza de que este libro es de los que dejará marcado para siempre.

Raduan Nassar, Labranza Arcaica, Sexto Piso, México, 2018, 135p.

ISBN 9788416677610

@balapodrida