Me gusta pensar que soy de todas partes y que todas son cercanas a mi corazón: Ximena Labra

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Alfonso Escudero

¿Cómo se inició su vocación en las artes visuales?

 Desde siempre la creatividad ha estado ahí. Mi papá además de economista, era un gran contador de historias. Me leía las Mil y una noches y La Odisea, o empezaba un cuento y me pedía que yo inventara la otra mitad, así que desde muy pequeña empecé a ver en el ojo de mi mente todo lo que me decía hasta el último detalle. Aprendí a ver libros. Y también sinfonías. Escuchábamos un concierto juntos e inventábamos lo que sucedía como parte de la música. Lo veíamos. Y nos lo íbamos contando. Rockeábamos todo el camino a la escuela -que estaba lejísimos- y hacíamos muchos viajes en coche para los cuales él grababa infinitud de cassettes que iban desde Cream hasta Toña la Negra. Cantamos de todo. Vimos cuanta exposición pasaba por la ciudad. Creo que yo tendría unos ocho años cuando vimos 2001 Odisea del Espacio. Había cajas llenas de pinturas y se valía batirse con todo, subirse a los árboles y a las azoteas y meterse al mar sola por horas sin que nadie tuviera idea de mi paradero en toda la tarde. Eso era lo mejor. Siempre hubo un mundo infinito. Así empezó todo.

 

¿Cuáles fueron sus primeras influencias?

Mi primer amor fueron las piedras. Hubo una época que mi madre me dejaba en el Museo de Antropología de la Ciudad de México en la mañana y me recogía por la tarde. He pasado tiempo en los templos de piedra y con los dioses que los artistas que hoy no tienen nombre hicieron hace miles de años, especialmente de Mesoamérica y Asia. Tienen un poder que nunca he visto en otras formas de arte. Me encantaban los surrealistas, los futuristas, el renacimiento, el barroco, la ópera, las colecciones etnográficas, y las colecciones de historia natural y la mitología. También en los primeros años hice muchos objetos y collages, y tuve la suerte de conocer al gran artista Luis Manuel Serrano, gracias al cual decidí ser artista. Con el tiempo surgió la necesidad de contar historias tridimensionales, sin limites de técnica ni medio específico, y cuya percepción se traslapa entre los sentidos mientras el espectador participa y determina la obra, fue apareciendo en mis proyectos de gran formato.

 

¿Cómo es su proceso creativo? 

Para mí el arte es un servicio, así que siempre que empiezo algo, y especialmente en los proyectos para sitios específicos, la pregunta fundamental que me hago es: ¿Cómo puedo yo servir a este espacio? Es el espacio mismo el que contesta con su propia historia, con la gente que lo transita, con sus características físicas y sociales. Por supuesto, no sólo se trata del espacio físico sino también del espacio interno de quien recibe una obra de arte. Una trabaja en varias dimensiones a la vez y también en formatos que varían desde los miles de metros cuadrados hasta los pocos centímetros, y en muchos medios diferentes. Existe también un gran proceso de investigación e inmersión en un proyecto durante el cual siempre hay un momento en el cual puedo visualizar prácticamente todos los detalles de una obra desde el primer foco hasta el último tornillo. Una vez que el concepto acaba de tomar forma en mi cabeza, se traduce a planos, estrategias y procesos que dan lugar a objetos, audio, imágenes, esculturas, pinturas transitables, construcciones o lo que sea que el proyecto requiera, en general mediante un equipo de producción. Trabajar con distintos equipos en diferentes lugares es un proceso fascinante, disfruto mucho aprendiendo cosas nuevas, con gente maravillosa en cada lugar. Siempre suele ser una la que se adapta al medio existente y no al revés.

 

¿De qué manera opera dentro de su proceso creativo su formación como diseñadora gráfica con una maestría en arquitectura? 

Gracias al diseño aprendí sintaxis de las imágenes y los símbolos, y gracias a la arquitectura y aprendí la sintaxis del espacio, dos instrumentos imprescindibles.

 

Transverberaciones es una obra suya, creada ex profeso y que toma los escritos de Santa Teresa para reinterpretarlos a través del arte contemporáneo. ¿Cómo fue encarar un proyecto donde literatura y artes visuales operan juntas?

Cuando Francisco Rivas me ofreció hacer un proyecto de sitio específico para Ex Teresa Arte Actual, me di cuenta en ese espacio maravilloso que sin duda la persona más relevante que se relaciona con él es su piedra fundacional. Santa Teresa de Ávila es la fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas, gracias a la cual el templo existe. Además de ser una de las grandes maestras de la literatura universal Santa Teresa es fascinante en muchísimos aspectos, pero hay que aprender a leerla, pues sus textos fueron escritos en un castellano de hace 500 años, y además ella plantea un vastísimo universo propio y en sus propios términos. Hubo un momento en que me fue realmente difícil comprender Las Moradass por ejemplo. Llegué a un punto en el que no podía seguir sin visitar Ávila, sin ir a verla y pedir, como se pide de un santo, su bendición. Así que hice un viaje aprovechando una exposición que tenía en Madrid y tomé el tren. Me cambió todo respirar el aire, ver el lugar donde ella vivió al escaparse del mundo tan joven, y sobre todo estudiarla como ella quiso enseñar, para lo cual en el Convento de la Encarnación me hice de una edición fantástica de sus obras completas que confiere excelentes instrucciones de cómo leerla. Volver a empezar por Libro de la Vida fue fundamental, pues en el se plantean los elementos claves que luego se expanden hacia el resto de su obra. Me di cuenta que acceder a Teresa siempre es a partir del amor. Su mundo es la experiencia mística que trasciende a lo religioso. Trasciende el espacio y el tiempo y se funde en el Absoluto. Es realmente una experiencia maravillosa. Todavía lo es, porque de ninguna forma alguien que se aproxime a la santa con el corazón abierto puede quedar libre de una profunda transformación. Aproximarme a un espacio que es en sí un templo creado para la experiencia trascendente fue una una oportunidad fuera de serie. Fue necesario combinar mi propia experiencia como ser humano para darle forma a lo sublime que Teresa describe en el mundo de lo cotidiano, que a pesar de su inmediatez y su apariencia terrenal también está impregnado del Absoluto. Partiendo de que en todo y en todos existe el aspecto trascendente no me fue complicado desarrollar un sistema de imágenes, formas y símbolos que el visitante pudiera atravesar con su cuerpo físico y dentro de su propio ser experimentar la revelación que ella enseña. Las cualidades divinas tienen su propia forma de atravesar el corazón. Como artista la única labor allí es crear las condiciones adecuadas para que suceda.

 

Promontorium Somnii es una obra que realizó junto a Daniela Edburg, con la curaduría de Ariadna Ramonetti. ¿Cómo fue esta experiencia donde también está involucrada la literatura? 

Fué un proyecto divertidísimo que hicimos hace tiempo basado en la obra homónima de Víctor Hugo, una maravilla, traducida por Victoria Cirlot, que descubrí en una librería de Barcelona. Para mí es la joya surrealista favorita aunque anterior a los surrealistas, un texto excelso sobre la creatividad. Me enamoré de él ipso facto e invité a Daniela a colaborar en este proyecto para la Casa abierta al tiempo, que se prestaba perfectamente como entorno ideal. La participación brillante de Adriana Ramonetti y el apoyo tanto de la Universidad Autónoma Metropolitana como del Patronato de Arte Contemporáneo fue crucial, pues sin ella nos hubiera sido muy complicado llevar el proyecto al nivel requerido. Entre otras cosas, invitamos a varios artistas, escritoras y seres fabulosos a cenar en la Luna, una cena en la que cada plato era una frase literaria creada específicamente por el increíble chef Pancho Ocaña, y acompañada por el piano en vivo de Manuel Rocha. Nosotras éramos las meseras. La casa estaba llena de instalaciones y fotografías inspiradas en el libro. Las invitadas (Silvia Gruner, Tania Candiani, Adela Goldbard, Flor Aguilera, Bernardo Fernández Bef, César Martínez, Ricardo Nicolayevsky, Gorka Meneses, Nicolás Pradilla, Ana Villanueva…) tenían que traer a la Luna algún objeto imprescindible para dicho viaje, y presentarse en pijama como etiqueta indispensable requerida para el Promontorio del Sueño. Tenían a su disposición varias cámaras Go Pro en las que grababan continuamente lo que les diera la gana desde la perspectiva de la mesa que consideraron conveniente, mientras eran servidos opíparos platillos y bebidas de corte surrealista y las meseras arrancábamos el mantel en cada tiempo, revelando los ciclos de la luna. El postre por supuesto era el Promontorio mismo, un volcán en erupción humeante de fuego y chocolate que se desparramaba por la mesa entera. Esa era una de las obras. Así inauguramos.

 

¿Qué importancia cree que tienen hoy, en el mundo de artes visuales y en su obra, las instalaciones? 

Instalación, proyectos de arte para sitios específicos, arte inmersivo, arte público… todos son términos que trabajan directamente con el espacio tridimensional. Yo pienso que quizá sea uno de los formatos más interesantes que existen y por ello ha cobrado relevancia. Para mí, el espacio público y el gran formato tridimensional son lo que más he practicado por los últimos veinticinco años, lo que más me gusta.

 

¿Qué puede decirnos de su proyecto Tuyo, en Cozumel?

 Tuyo es un proyecto de 2005. Desde entonces ya me preocupaba y me preocupa el tema del medio ambiente y en específico la contaminación del mar. Como es sabido, existen islas del tamaño de países enteros compuestas de basura flotante en el océano Pacífico y la industria del empaque de plástico sigue en su apogeo. Es un porcentaje importante de la ganancia de la industria petrolera el que se va en plásticos. Un porcentaje gravísimo para el ecosistema marino. A la isla de Cozumel llegan desde el mar todos los desechos de basura internacional que los cruceros tiran al agua. En las playas de la famosa Riviera Maya hoy nadamos en una sopa incontrolable de micro plásticos, pañales, y bolsas. Posiblemente ya hay más basura que peces en el mar. Desde hace varias décadas mi deporte favorito es el buceo, gracias a él me ha tocado ver en carne propia la contaminación del mar en todo el mundo. Con el proyecto TUYO pretendía visibilizar este problema construyendo esta palabra con grandes letras a partir de basura recogida en la playa. Con esa palabra viajaba por toda la isla de Cozumel colocándola en lugares estratégicos. La palabra “tuyo” también incluye “tú” y “yo”, los responsables y también las víctimas de nuestra propia comodidad.

 

Hay críticos e investigadores que argumentan que la fotografía adquirió cierto protagonismo en galerías, ferias, subastas, sobre todo luego de la pandemia. Porque es, por una parte, más transportable y por otra menos onerosa en sus precios. ¿Está de acuerdo?

La fotografía se estableció hace tiempo como un medio que comunica lo que difícilmente podría hacerse de otra manera. Ha sido una aliada constante en todos mis proyectos. Muchos de ellos son visibles ahora gracias a que han sido registrados en una foto, y creo que esto es cierto tanto para el arte como para muchas otras disciplinas, como las ciencias, la historia, y, por supuesto, la inteligencia artificial. Por otro lado, la fotografía se sostiene de manera indudable como una forma de arte en sí misma.

 

Usted participó de la 11º Bienal de Lanzarote con su obra Tlatelolco Public Space Odyssey, una obra en video que se inspira en el film 2001. ¿Cómo fue la experiencia en la Bienal y cómo relacionó su obra a esa película?

Fue una experiencia hermosa colaborar con Adonay Bermúdez para la Bienal. Lanzarote siempre ha sido un lugar querido y fascinante para mí.

Tlatelolco fue un proyecto comisionado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. A varios artistas especializados en proyectos de arte público nos fueron asignados diferentes puntos de la ciudad para crear una intervención, y a mí me tocó la Plaza de las Tres Culturas.  Además, tuve el honor de tener a Helen Escobedo como asesora. Una tarde al estar estudiando la plaza vi el monumento conocido como La Estela de Tlatelolco creado a su vez por otros artistas, observé su enorme parecido con el monolito misterioso de la película de Kubrick, 2001 Odisea del Espacio y noté la correlación entre el cambio social que Tlatelolco y el 68 ,fue para la historia de México con el cambio evolutivo que el monolito de Kubrick propiciaba al aparecerse cada determinado tiempo en diferentes momentos de nuestra historia como seres humanos, incluso a futuro. Me pareció obvia la necesidad de multiplicar la estela, pues como yo, habría millones de mexicanos que nunca la habían leído (el poema de Rosario Castellanos escrito en ella explica tanto la masacre como su encubrimiento) y muchos otros que no estaban al tanto de esta omisión histórica que no aparecía en ningún libro de texto. Así que en lugar de hacer un proyecto sólo para esa plaza decidí convertirlo en un proyecto de exportación que deambulara por la ciudad durante tres meses en puntos clave y apareciera de la noche a la mañana sin preámbulos ni ceremonias. La mañana del 2 de octubre de 2008, a cuarenta años de la massacre, aparecieron en la plaza cuatro monumentos en lugar de uno. Los monumentos fueron apropiados tanto por las autoridades de la ciudad que conmemoraron el solemne evento cantando el himno nacional, como por los manifestantes. Un tiempo después los monumentos aparecieron en el Zócalo durante Feria internacional del Libro, uno frente a Palacio Nacional junto a la salida del metro, uno junto a la bandera y otro frente a la Catedral Metropolitana. Después, apareció uno frente al Monumento a la Revolución, otro en la Glorieta del Metro Insurgentes y otro a la entrada del Palacio de Bellas Artes. Finalmente los tres monumentos se encontraron en el jardín de la Universidad Nacional Autónoma conocido como “Las Islas”, el lugar de origen el movimiento universitario del 68. En 2014, la pieza pasó a ser parte de la colección del Museo Universitario de Arte Contemporáneo. Pero igual que en la película de Kubrick, los monumentos cobraron vida propia y poderes sobrenaturales que rebasaron mi imaginación, pues con el tiempo la casa presidencial de Los Pinos, el lugar de donde salió la orden para llevar a cabo la masacre, se convirtió en el Complejo Cultural Los Pinos, en el cual el 2 de octubre de 2020 aparecieron de nuevo dos de los monumentos, cerrando así su ciclo natural en la historia, gracias a una maravillosa colaboración entre la  Secretaría de Cultura y el MUAC.

 

¿Qué lugar ocupa, siendo mexicana, la problemática social y política en su obra?

El contexto social y político del lugar donde nací es importante para mí, siempre lo ha sido. Me parece obsoleto el concepto de nación, el concepto de frontera, y la idea de que los seres humanos somos “propietarios” de la Tierra, y que todo lo que existe en ella son “recursos” que podemos explotar. Me parece poco realista creer que esto debe ser así porque “somos los más inteligentes”. A veces pienso que la tierra se ríe de nuestra ingenuidad. Para mi ella no es nuestra, nosotros somos de ella, y estamos aquí gracias a que ella ha decidido tolerarnos. Antes de nosotros hubo muchas cosas, y después también las habrá. Me gusta pensar que soy de todas partes y que todas son cercanas a mi corazón. Lo social y lo político aparecen en mi obra sólo si el contexto lo require; por ejemplo, en Tlatelolco, me pareció que yo no podia, y no debía, hablar de otro tema pues no sólo en el 2008 se cumplían los cuarenta años de la massacre, sino que además me es un tema muy cercano, pues mi padre trabajaba en la Universidad cuando esto sucedió.

En 2014 tras el asesinato de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, yo misma entré al museo a graffitear una de estas piezas, que estaban siendo exhibidas dentro y fuera del MUAC en la exposición “El derrumbe de la Estatua” curada por José Luis Barrios, con un enorme 43. Por supuesto entrar a un museo y graffitear lo que sea, aunque la pieza sea de autoría propia se considera un acto vandálico y no solo político, pero era necesario. La violencia suele tener vocación de palimpsesto, y yo no me iba a quedar atrás.

Ha habido otras piezas, como la Biblioteca Fantasma, hecha en El Salvador, en la que la preservación de la memoria es también un acto político y social, pero sobre todo, es un acto poético. Siempre prefiero que la poesía esté por encima de todo, y que los factores sociopolíticos sean una parte de ella.

 

¿Cómo se relaciona su obra con curadores y comisarios? ¿De qué manera usted plantea ese diálogo?

 Cada obra tiene su propia forma de relacionarse con los proyectos del comisariado. En algunas ha sido muy importante contar con la visión de un curador, por ejemplo Cuauhtémoc Medina curó el video de Tlatelolco, proceso que disfrutamos mucho y además fue muy enriquecedor. Plantear una sala o una pieza en colaboración con un curador tiene muchas ventajas, y en general suele llegarse a un resultado hermoso que incluso puede volverse una forma específica de arte.

Además de las obras y las exposiciones, existen los textos acerca de las mismas y siempre me ha parecido un ejercicio extraordinario colaborar con la gente que aporta su propia interpretación. Son proyectos muy gratos.

 

¿Usted hace uso de las redes para difundir su obra?

 Sí, tengo una página web: www.ximenalabra.com, una cuenta de Instagram @labraximena y una página de Facebook.

 

¿Son las ferias un buen vehículo para relacionar artista y público?

Las ferias tienen un propósito específico, son ciertamente un vehículo para muchas cosas, pero en lo personal creo que para conocer el trabajo de un artista el entorno idea suele ser el elegido por el artista para su obra y esto puede ser muy variable.

 

¿Cómo fue su relación con la pandemia?

Para mí fue un tiempo muy fértil, yo disfruto enormemente del silencio, me encanta estar sola, y al estar tanto tiempo en México pude desarrollar proyectos que requieren años de dedicación de tiempo completo, como la Casa Tlaloc y Transverberaciones.

 

 

¿Hasta dónde involucra lo personal, lo autobiográfico en su obra? 

Suelo tener puntos de vista personales y un leguaje propio, pero no me interesa mucho que mi obra sea autobiográfica, o que el tema central sea una experiencia personal pues, como comentaba, para mí siempre prevalece el contexto. Las cuestiones personales prefiero escribirlas en un diario de meditación que es casi ilegible y aburridísimo, espero que nadie lo lea.

 

¿Qué lugar ocupa hoy la mujer en el arte, tanto en México como dentro del Mercado del Arte? 

Creo que todavía falta bastante territorio por ganar para lograr un equilibrio que pueda definirnos como una sociedad igualitaria, pero estamos en camino, y el medio artístico hace visible el proceso de una transformación social sumamente necesaria en todos los ámbitos.

 

¿En qué proyecto se encuentra?

De momento estoy trabajando en varias exposiciones y en la primera residencia artística de mi proyecto sustentable Casa Tlaloc en Oaxaca.